Confusión entre vecinos y conductores en los primeros días de obras en la rambla con Almeyda

La obra, cuya duración prevista es de un mes, pretende “dar continuidad peatonal” a esta zona de la rambla a la altura del museo Almeyda

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Obras en la Rambla a la altura del cuartel Almeyda./
Obras en la Rambla a la altura del cuartel Almeyda./

Agosto es un mes muy proclive a las obras que afectan al transito rodado aprovechando la menor afluencia de vehículos en las calles. El Ayuntamiento de Santa Cruz ha tenido eso en cuenta y ha programado una obra de cierto calado, por el tráfico que soporta, en la Rambla, arteria principal de la ciudad.

La obra, cuya duración prevista es de un mes, pretende “dar continuidad peatonal” -en palabras del concejal de Servicios Públicos, Carlos Tarife- a esta zona de la rambla a la altura del museo Almeyda, donde confluyen los carriles de subida y bajada de la Rambla y las calles San Isidro, Méndez Núñez y Pedro Pérez Díaz. Hasta ahora.

En esta primera semana de obras los vecinos han transitado del enfado inicial a la expectación con cierto grado de desconfianza por saber cómo funcionará el tráfico una vez se haya terminado la reforma, sobre todo por lo que supondrá en aumento de tráfico para el primer tramo de subida de la Rambla, que pese a tener dos señalizados “a todos lo efectos funciona como un solo carril” por los aparcamientos de la calle. “Puede ser una locura todas las mañanas”, asegura un vecino.

La obra

Para facilitar el paso de los viandantes se producirán cambios en la circulación en la zona. Se cerrará ese tramo de la Rambla “de manera similar a como está a la altura del colegio Pureza de María”, según aseguran algunos vecinos que les han comentado los encargados de obra.

Los coches que bajen la avenida no podrán realizar el cambio de sentido a la izquierda ahora existente, y tampoco se podrán incorporar a a la misma, en sentido ascendente, los vehículos que vengan de la calle San Isidro, como tampoco podrán seguir de frente hacia la calle Pedro Pérez Díaz. En sentido contrario, aquellos que bajen la Rambla no podrán dirigirse a la derecha en dirección a la calle San Isidro.

Desde Méndez Núñez tampoco se podrán incorporar los vehículos a la calle Pedro Pérez Díaz en dirección a Residencial Anaga.

Confusión de los conductores

Muchos conductores se han visto sorprendidos por las obras cuando transitaban por la zona. “No me había enterado”, señala un hombre desde su coche. “Tampoco es mucha molestia porque si no bajo por aquí -señalando la calle Pedro Pérez Díaz-, giro hacia mi casa un poco más abajo -refiriéndose a la incorporación por J.R. Hamilton-, pero no estaría mal que de estas cosas nos enteráramos, que solo se entera uno cuando pasa por aquí”.

Una chica joven se muestra más indignada y pregunta: “¿Entonces no podré volver a coger por aquí para aparcar?”, aludiendo de nuevo a la calle Pedro Pérez Díaz. “Es una faena porque tendré que dar un rodeo para ir al garaje, me parece fatal”.

Desde la terraza de una conocida pizzería de la zona una pareja comenta a Atlántico Hoy que “no tiene sentido cerrar esto como lo están haciendo. Para evitar que la gente cruce por el arcén al final van a fastidiar a todo el vecindario y a todos los que pasan por aquí en el día, que son un montón”. Se refiere la pareja a la suerte de rotonda, que no es tal, que distribuía hasta ahora el tráfico en la zona, y que también generaba accidentes porque los conductores no tomaban las indicaciones y realizaban cambios de sentido descendentes en el momento que se ponía en verde el semáforo de la calle San Isidro.

El carril “único” de la Rambla

Una de las claves la da otro vecino del edificio Lapislázuli. “Si a partir de ahora todos los coches que vienen de Méndez Núñez y  San Isidro no pueden ir a sus garajes en la calle Alejandro Cioranescu directamente tendrán que bajar la Rambla, dar una vuelta considerable y después subir este tramo que aunque tenga dos carriles funciona como uno solo porque no hay espacio suficiente por los aparcamientos. Puede ser una locura todas las mañanas y los días de mucho tráfico”.

Otro se suma a la conversación mucho más crispado. “Es una vergüenza. Llega el verano y nos despiertan a las 8.00 de la mañana con las perforadoras y encima para cortarnos el paso y hacernos tardar cinco minutos más con suerte, porque esto va a trae muchas colas si no quitan los aparcamientos de la Rambla. Al tiempo”, sentencia.

En un bar de la zona un cliente rebaja el tono. “No creo que sea para tanto. Al principio uno no se acostumbra pero después ya es normal y no son más de 2 o 3 minutos el dar la vuelta. Es cuestión de acostumbrarse”, asegura para terminar entre risas confesando que “no vivo en el barrio, así que tampoco me influye demasiado”.