Redacción AH

Opinión

Cuando el teléfono móvil es un problema

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Me contaron en Estambul que los presidentes de los distintos gremios de comerciantes están muy preocupados. Se han reunido en el más alto secreto para poder analizar unfenómeno muy grande y extraño que está sucediendo en el sector comercial y que tiene al sanedrín de sabios y personas que toda la vida se han dedicado al comerciomuy aturdidos.

Ni que decir tiene que Estambul es la ciudad comercial por excelencia, no solamente del Medio Oriente, sino de todo el mundo. Son miles y miles de personas las que llegan diariamente al cuerno de oro a comprar, otras miles a hacer negocios, otras miles a vivir su cultura, otras miles a perderse y, otras miles a comprobar que la película ” el expreso de medianoche ” o “ la pasión turca” nada tiene que ver con la realidad.

Los mayores comentan que ahora, los que atienden en las miles de tiendas, comercios y almacenes, han perdido la frescura, actitud, ganas y talante.

La cultura del "regateo" nació en el imperio otomano y más concretamente, en el gran bazar hace ya muchos siglos y de ahí se expandió por casi todo el mundo. Una transacción comercial se hacia entre risas, bebiendo el tradicional té aromatizadoy una total comodidad hasta que se llegaba a un acuerdo en un ambiente mágico.

Pero ahora hay un grave problema para los mayores del lugar.

Cuentan, que las nuevas generaciones que se están incorporando al sector del comercio se han vuelto tristes, huraños, algunos hasta antipáticos. Ya casi no dicen "Madrid-Ronaldo Barcelona-Messi" ya no dicen "más barato que en corte ingles", ya casi no dicen "españolo, italiano, arabi?"  para averiguar cual es tu nacionalidad y de esa manera poder entablar una transacción comercial aunque sea por un llavero con el mágico "ojo turco". Algo pasa.

Me tomé la libertad de preguntarle en mi último viaje a la cuna otomana a Abderrama que es un sabio turco de unos 65 años y que ostenta el cargo de Presidente del gremio de artesanos ceramistas del gran bazar y del barrio de beyazit si era cierto el rumor que corría por la Ciudad.

Me dice amargamente en un español que yo entiendo a trozos que desde hace un tiempo , pero muy especialmente desde el año pasado, los dependientes y algunos propietarios de tiendas del gran bazar, no levantan los ojos cuando te acercas a la tienda porque están seducidos y abducidos por los teléfonos móviles, los celulares, los android, los teléfonos inteligentes, los iPad.

Ya ni miran!! Me dice muy triste Abderraman:"las ventas han bajado amigo español". Yo lo miro incrédulo y lo despido después del delicioso té de menta en su pequeña tienda de cerámica de Anatolia. Las veces que he ido siempre voy a verlo porque me dice que, en sus tiempos de marino, se detuvoen Canarias de paso haciaÁfrica transportando cemento. Mi amigo se conoce medio mundo y el otro medio lo conoce a él.

Y me doy una vuelta por todo el gran bazar y compruebo que en muchos casos, mi amigo de Izmir tiene razón. Muchos están pendientes del celular, de los juegos, de las redes, de sus amigas y amigos que están en otras latitudes y que alguna vez el destino los llevó a una tienda de los bolsos, y verdaderamente le resta encanto ver a los dependientes con la mirada dirigida” al suelo” en un espacio tan vital donde cinco mil comerciantes comercian oro, plata, inciensos, alfombras, lamparas y todo lo que se pudiese venderen la antigua ruta de la seda.

A los dos días pasé nuevamente por la tienda de Abderramany me comentó con cara de felicidad que habían acordado prohibir el uso del teléfono inteligente en horario de trabajo. Yo le dije: !! Que buena noticia¡¡ me dice el antiguo marino que si yo en las tiendas Zara veía a los dependientes con teléfonos móviles mientras trabajaban. Yo sonreí.

Cuando me marchaba, en una tienda de la esquina, el mismo joven que ayer "no levantaba la cabeza del movil" hoy gritaba en un gracioso castellano ": amigooooo, amigooooo : pasmina barata casimir seda, amigo, relojes, pantalón, bolso. Amigoooooo amigooooooo."

Pero ahora, para colmo de males, las telenovelas turcas están triunfando en el mundo entero desplazando a Latinoamérica. Las series turcas tienen todos los ingredientes para enganchar: exotismo, historias de amor imposible, venganzas al más típico estilo oriental, decorados suntuosos y actores y actrices con millones de seguidores en instagram.

Ya contra eso, es muy difícil que Abderraman pueda luchar porque, si nos enganchamos en occidente desde Alemania hasta Estados Unidos, imagínense en el gran bazar de Estambul.