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Las últimas investigaciones sobre la gratitud nos plantean el fuerte efecto sobre el bienestar que nos ocasiona no solo sobre la persona que recibe el acto de gratitud, sino que los estudios demuestran respuestas importantes sobre aquel que la recibe a nivel de salud física y mental.

Es más se sabe que aquellas personas que practican la gratitud experimentan una mayor alegría, su sensación de placer es mayor, son más optimistas lo que repercute sobre su nivel de felicidad.

Pero además es fundamental observar las repercusiones que esta tiene sobre nuestro sistema inmunológico, mejorando además la presión arterial y la sensación de mayor frescura y vitalidad al despertarse por las mañanas.

Cuando ahondamos en el conocimiento de la gratitud observamos cómo responde a un proceso complejo propia de un proceso importante de autoconocimiento y construcción personal.

Es importante destacar la implicación que se observa sobre nuestra jerarquía de valores, asumiendo y comprendiendo conceptos esenciales como dar y recibir, además de manejar conceptos como la empatía, es decir esa capacidad de entender el proceso emocional y personal por el que está atravesando la otra persona.

Cuando hablamos de una persona empática nos referimos a una persona con cierta inteligencia emocional, es un valor de construcción personal. Sin duda alguna es una virtud que nos ayuda a conocer a los demás.

Sin duda alguna dentro de la gratitud entendemos la empatía como esa capacidad de conocer la necesidad y el cómo debemos apoyar a una un persona en un momento determinado de su vida, pero además el conocer y valorar adecuadamente los recursos y esfuerzos de la otra persona hacía ti en cada momento de vuestra relación.