En la conversación surgieron cientos de preguntas; no tuvo duda en dar respuestas, breves y siempre concretas. El amor por la cocina hacía a Bosch estar viviendo, en aquel preciso momento, el cortejo a los platos que en breve serviría.
Llegó el momento de pasar a sala. En la mesa se daban cita algunos amigos, no solo adultos. Algunos adolescentes nos acompañaban, incluso algún pequeño se sentaba en la trona alrededor de la majestuosa mesa redonda. Cuando me paré a mirar alrededor pensé en qué importante es una mesa con esta forma cuando alrededor de la misma nos vamos a sentar más de seis personas.
Con el salero propio de quien se ocupa de tomar la comanda en La Bola de Jorge Bosch, nos lanzamos a pedir algunos de sus platos estrella, por supuesto las croquetas, el escaldón, una de las ensaladas de la temporada, y acto seguido comenzó el debate. Para compartir… ¿mejor carne que pescado? A algunos les había llegado el olor del guiso que andaba horas en el horno. Otros, sin embargo, ya habían visto los troncos de bacalao o los pulpitos fritos en las redes sociales del gastroguachinche. Esta iba a ser una negociación dura hasta que quien nos iba tomando nota nos aconsejó: "Pidan los pulpitos para compartir que yo me comprometo a definir la porción de carne para finalizar el almuerzo."
Los platos fueron saliendo de manera fluida. Entre risas y temas de actualidad, nos dimos cuenta de que de los manjares solo quedaba el recuerdo, nada había vuelto a la cocina. Los más pequeños preguntaron si podían bajar a jugar al jardín, y teniendo un espacio como el que había ¿cómo no dejarlos bajar a disfrutar de esa mágica tarde del norte de la Isla?... Los juegos tuvieron que esperar cuando oyeron que el postre iba a ser un delicioso brownie con caramelo salado y la tarta María Victoria, con solo un puntito de acidez.
Una vez finalizado el menú, los mayores aprovecharon para degustar licores curiosos mientras los más pequeños le daban a la patineta, al balón, incluso al juego del pañuelo. La tarde se presentaba larga, agradable e imprevisible; tanto fue así que llegó la última comida del día. Otros platos, otras bebidas, otras risas…