Cambio de objetivos... y de mentalidad

El Tenerife mostró en Pamplona que siempre le falta gol y que de visitante además carece de ambición

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El Tenerife mostró en Pamplona dos defectos que han definido su temporada y que exigen una solución para evitar que el destino final del curso sea el descenso a Segunda División B. El grupo de Oltra volvió a exhibir la alarmante falta de gol que le ha acompañado durante casi todo el curso y, además, lució un conformismo que le ha perseguido en la mayoría de sus apariciones como visitante. Y sin gol y sin carácter es muy difícil ganar.

El Tenerife mostró en Pamplona que siempre le falta gol y que de visitante además carece de ambición
 
El Osasuna-Tenerife dejó señales preocupantes. Y que obligan a intervenciones imprescindibles. La solución al conformismo mostrado como visitante está en manos de los jugadores y el técnico. Y la intervención debe ser urgente, porque es inadmisible –en Pamplona y en cualquier parte– que un equipo tan limitado y con tantas deficiencias como el Tenerife 18-19, además salga a jugar “a ver que pasa”. O sea, a esperar a ser golpeado para reaccionar.  

Esa actitud conformista no se le puede permitir a nadie. Y menos a un equipo, lo repito, tan limitado y con tantas deficiencias como el Tenerife 18-19. El cambio de mentalidad es obligado y también el campo de objetivos. El grupo de Oltra no es un grande en crisis, sino un conjunto mal construido que debe ir a muerte en cada partido y que sólo con una actitud irreprochable podrá lograr lo máximo que, en su caso, es una agónica permanencia. 

La solución a la alarmante falta de gol del Tenerife 18-19 está en los despachos. Los técnicos pueden trabajar para que el equipo llegue en mejores condiciones al área rival y los futbolistas también pueden ejercitar su puntería y su confianza... pero el gol que necesita este equipo hay que comprarlo. Y pagarlo. Y eso exige una intervención drástica en el mercado de invierno, que pasa por el acierto al fichar... y la valentía a la hora de dar bajas. 

El Tenerife 18-19 ofrece, en el plano deportivo, motivos sobrados para la crítica. Con la séptima masa salarial de la categoría, deambular en la frontera del descenso está más cerca del fracaso que de la decepción. Y si el equipo no funciona en el césped, poco importan al común de los aficionados los éxitos económicos, su creciente implicación social y hasta espectaculares aciertos como la maravillosa campaña de abonos diseñada este ejercicio. 

Extender esta mala calificación al Tenerife más allá de este curso no responde a la realidad. Desde su ascenso a Segunda División, hace ya más de un lustro, ha cerrado cada temporada con una buena nota, cercana al notable o el sobresaliente en ocasiones. Porque cada año ha logrado unos resultados deportivos próximos –o incluso mejores– a lo que dictaban sus opciones económicas, mientras reducía su deuda e incrementaba la afluencia al Heliodoro.  

El actual Tenerife está lejos, muy lejos, de cumplir sus objetivos (deportivos), pero la entidad lleva media docena de años cerrando los cursos con buenas notas a todos los niveles. Decir lo contrario es mentir. Y hacerlo sólo contribuye a crear un entorno tóxico que nada contribuye a ayudar al Tenerife 18-19. Y tal vez también sería bueno que, además del equipo, el entorno también cambiara de mentalidad. Y hasta de objetivos (a los que disparar). 

IMÁGENES DE LA DERROTA DEL CD TENERIFE EN EL SADAR. | ACAN