Encierro con ‘Supergarcía’

Luis Padilla nos recuerda este jueves el encierro protagonizado por los jugadores del CD Tenerife en la temporada 84-85

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Luis Padilla nos recuerda, en el periódico digital Atlántico Hoy, el encierro protagonizado por los jugadores del CD Tenerife en la temporada 84-85. 

- “Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a una intervención sobrenatural de origen divino”. Ésa es la primera acepción del término milagro en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. En una próxima revisión podría añadirse como 'milagro' el hecho de que el Tenerife 84-85 no bajara a Segunda División B. O incluso, que fuera capaz de ganar algún partido. Su trayectoria también desmiente algunos tópicos del fútbol que consideran vital para ofrecer un buen rendimiento deportivo que haya armonía en el vestuario, respeto al entrenador o calma institucional.

Aquella temporada el Tenerife fue un polvorín. De principio a fin. Desde la pretemporada, cuando el grupo no acogió con agrado al nuevo técnico, el yugoslavo Dragoljub Milosevic, que venía a sustituir a Juanjo García, un entrenador formado en el Real Madrid y que dejó huella en la plantilla pese a estar apenas tres meses en el club. Además, el preparador balcánico llegó con dos compatriotas de calidad dudosa, Milenkovic y Milardovic, que venían a competir con algunos pesos pesados del equipo. El primero, portero, con Peio Aguirreoa. Y Milardovic, delantero, con Rubén Cano y Lasaosa. 

La convocatoria de huelga por parte de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) encendió la mecha. Mientras paraban extranjeros como Archibald, Schuster, Hugo Sanchez o Stielike, los dos yugoslavos del Tenerife iban a jugar a Riazor acompañados de juveniles. Presionados por el club, no supieron negarse. Y eso creó una fractura en el vestuario. A todas éstas, el club no pagaba. No es que fuera novedad, pero los jugadores estaban hartos. Y expresaron su frustración en el programa deportivo líder de la radio española, 'Supergarcía' (Antena 3), donde no se ahorraron calificativos hacia el presidente de la entidad, José López Gómez

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Los jugadores atienden a los medios informativos durante el encierro

Entonces, el club abrió expediente disciplinario a los 'cabecillas' de la rebelión: Paco, Rubén Cano y Lasaosa. El 27 de septiembre de 1984 se conoció la respuesta del grupo (a excepción de Milardovic y Milenkovic): encerrarse en los vestuarios del Heliodoro y desde allí pedir la dimisión del presidente. Todas las noches eran noticia en 'Supergarcía'. Y Paco Brito, el capitán, lanzaba un órdago: “O se va el presidente, o se marcha toda la plantilla”. Rubén Cano, mientras, estuvo a punto de llegar a las manos con el secretario general, Domingo Marrero Cubas, tras un cruce de insultos. Vamos, todo lo contrario a un ambiente idílico. 

En medio de insultos y acusaciones, dos días después, aquellos jugadores que apenas entrenaban arañaban un empate (1-1) ante el invicto Recreativo con un gol de Lasaosa a cinco minutos del final. Esa noche, el Heliodoro se llenó de pancartas contra la directiva. Y recibió y despidió a los futbolistas con una ovación. Habían ganado la batalla mediática. Luego, ese equipo lleno de problemas y divisiones obró un pequeño milagro: estuvo seis jornadas sin perder. Y es que el fútbol es inexplicable. Y el Tenerife, aún más.