La vida es impredecible, casi imperceptible al tiempo, pero no al corazón y al ojo humano.
Para nosotros cualquier acontecimiento es un mundo, ¿pero qué es un día al lado de millones de años para nuestro universo?
Quizás es una de las muchas preguntas que me cuestiono a lo largo del año, cuando me percato, cuando realmente me freno y me paro a pensar que ya vuelve el ciclo de los mismos momentos señalados en nuestro calendario romano.
Ahí es cuando quiero creer (y saber) que sé a donde quiero dirigirme y aprovechar esta oportunidad a la que llamamos tiempo, y la que nunca nos brinda una segunda oportunidad para hacer las cosas de otra manera.
Quizás en muchas ocasiones no me aliente, sino que me agobia, quizás muchas menos veces no me sienta feliz, pero si reconfortada por las decisiones que he ido tomando a lo largo de mi camino.
Y es que siempre hay dos caras, la que sueña y la que se predispone a actuar, a veces en sintonía, otras enfrentadas sin piedad.
¿Por qué hacerlo personal?
- Primeramente porque sí, no tiene que haber ningún motivo detrás.
- Quizás sea una de las maneras donde más nos sintamos cómodos y realizados con nosotros mismos.
- Es el único modo de expresarnos.
- Todos tenemos algo que aportar, algo que inspirar.
Y jamás dejar de vivir y escribir.