“Y que puede quedar libre”, sentenció Lalo. ¿La razón? Era uno de los cuatro jugadores –junto a Rudman, Ballarino y Villasenín– que estaba siendo retenido ilegalmente por su club, lo que originaría una huelga promovida por el del sindicato de futbolistas. Y es que Argentinos Juniors había cometido “un error infantil”. Tenía 20 días desde el último partido oficial del campeonato anterior –20 de mayo de 1990, ante Chaco For Ever– para remitir a Rudman y Redondo los telegramas de renovación de sus contratos y los había cursado el 25 de junio, con 16 días de retraso… y dos días después de que los futbolistas solicitaran su libertad de contratación. El caso llegó a los tribunales de Justicia y el sindicato de futbolistas paralizó la competición ante la pasividad de la AFA, la Asociación del Fútbol Argentino.
De hecho, hasta se pidió “la intervención del doctor Carlos Saúl Menem”, presidente de la República. Desde Argentina, Xuancar puso en antecedentes a Javier Pérez, presidente del Tenerife. Y el 15 de agosto de 1990, a las 18:53 horas, la AFA declaró la libertad de contratación de los cuatro jugadores rebeldes, a los que dio “un plazo de diez días” para incorporarse a otros clubes. Toda la prensa argentina daba por hecho el traspaso de Redondo a River Plate. En Europa pocos conocen la situación y, desde luego, el Tenerife no figura ni entre los candidatos. Además, no puede optar a su contratación al tener ocupadas sus tres plazas de extranjeros con Rommel Fernández, el recién fichado Marcel Sabou... y darse por hecho el fichaje del argentino Pedro Troglio, del Lazio, subcampeón mundial al que ha atado por dos temporadas a razón de 600.000 dólares por campaña.