Otro baño de (dura) realidad

Luis Padilla nos recuerda este jueves, las dificultades por las que atravesó el CD Tenerife durante el año 1964

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El Tenerife se dio otro baño de realidad y de austeridad en el curso 63-64. Tras vender en la recta final del curso precedente a Santos (Zaragoza) y Ñito (Valencia), ese verano dejó ir a Beitia (Atlético Madrid) y apenas pudo fichar. Cuatro directivos –Guigou, López Torres, Monje y Perera– abandonaron el club “en protesta por la política seguida por el presidente” y dejaron aún más solo a José López Gómez. Con muchas deudas y poco dinero, la solución fue, una vez más, mirar a la cantera canaria, con la única excepción del portero Javier de Pablos, llamado a suplir a Ñito, algo que haría alternándose en el marco con el veterano Cuco y los jóvenes Dorta y Grisaleña.

El resto de novedades provenía del ámbito local: José Padrón y Prieto tendrían poco protagonismo, el delantero Santiago gozaría de mayor continuidad y el defensa Morín aprovecharía su polivalencia para mantenerse un lustro en la plantilla blanquiazul. Por el camino, el Tenerife le hizo hueco a un central de 20 años con proyección que venía de Las Palmas y tenía difícil jugar de amarillo por culpa de Tonono, que con esa edad ya era figura. El pibe que aterrizó en el Heliodoro era Alberto Molina y con el paso de los años se convertiría en el jugador que más veces ha vestido la camiseta blanquiazul: 413 partidos oficiales en trece cursos de militancia chicharrera.

Con otra leyenda grancanaria como técnico, Paco Campos, el Tenerife firmaría un curso notable. Sólido en el Heliodoro, donde sólo ganaría el Hércules, acabó quinto en la tabla y tuvo opciones de ascenso hasta la antepenúltima jornada, cuando cayó en Melilla. Con un 'once habitual' compuesto por Javier; Felipe, Molina, Martínez, Álvaro; Padrón, Borredá; Paquillo, Gilberto, José Juan y Santi, al equipo le faltó gol y sólo José Juan, con doce tantos, superó la barrera de las cinco dianas ligueras. A cambio, le sobró que ascendiera Las Palmas, lo que deslució el balance final de un ejercicio que incluyó victorias, todas por 0-1, en las visitas a Eldense, Granada y Ceuta.

Además, el Tenerife hizo historia en la Copa del Generalísimo de 1964: derrotó (2-1) al Barcelona en un choque en el que Martín Marrero debutó como blanquiazul y compartió once con José Manuel León, extremo de Las Palmas que los amarillos cedieron al Tenerife para la disputa del 'torneo del KO', costumbre extendida en la época. Otra costumbre era cambiar cada verano de entrenador, por lo que el Tenerife prescindió de Campos pese al notable rendimiento que le sacó a la plantilla para contratar a Satur Grech. Y estuvo a punto de cumplir con otra tradición veraniega: acoger un amistoso de postín en el Heliodoro contra un visitante ilustre.

Sin embargo, con los contratos firmados, el Vasco de Gama no acudió al Heliodoro, lo que supuso un palo económico para una entidad que tenía lo justo para subsistir. No fue la única mala noticia en clave blanquiazul que dejó 1964. Ese año falleció el doctor Ángel Capote, prestigioso cirujano casado Eulalia Rodríguez López y, aunque su biografía no lo diga, también con el Tenerife: le sirvió de forma desinteresada durante décadas, impulso la construcción del Stadium, se negó a que esta instalación llevara su nombre... y no pudo evitar que la grada Naciente se llamara popularmente 'grada Capote' por la aportación económica que hizo para su ejecución.

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Un grupo de jugadores del Tenerife 63-64 posa en un hotel durante un viaje a la Península

Vital para que los equipos canarios pudieran participar en las competiciones nacionales, la muerte del doctor Capote a los 67 años dejó 'huérfano' a un Tenerife que también perdió a uno de sus referentes deportivos: Juan Padrón Morales abandonó el fútbol en el otoño de 1964, con apenas 28 años, “por desavenencias con la directiva” para trabajar primero en la notaría de Cruz Auñón y ganar luego prestigio como dirigente federativo a nivel insular, nacional e internacional. O lo que es lo mismo, demasiados baños de (dura) realidad para un equipo que se limitaba a sobrevivir. Eso sí, en Segunda División y con diez canarios en el once titular.