A lo largo de estos años como formadora en el ámbito público y privado, así como en las sesiones individuales y grupales con quienes solicitan mis servicios, he puesto especial atención en la importancia de la comunicación asertiva: en la vida podemos decirlo todo, o casi todo, lo importante es cómo lo hacemos.
Guardarse las cosas dentro, no expresarlas, muy a menudo se convierte en una fuente de conflictos evitables. ¿Cuántas veces habrías evitado un problema si hubieras mantenido una conversación a tiempo?
Nos comunicamos para transmitir algo, pueden ser sentimientos, emociones, alguna información. Para describir algo que estoy contemplando o que he experimentado. Para compartir un pensamiento... Pero ¿cómo hacerlo de manera asertiva? Lo primero es entender qué es ser una persona asertiva.
¿Qué es ser asertivo/a?
Comportarse de forma asertiva significa expresar los pensamientos y sentimientos de forma honesta, directa y correcta. Esto implica respetar los pensamientos y las creencias de otras personas, a la vez que se defienden los propios.
Expresar adecuadamente nuestros sentimientos y deseos precisa de una importante habilidad personal e interpersonal, y requiere de tres claves fundamentales.
1.- Conócete mejor a ti mismo, a ti misma: para mi esta es la base de la comunicación asertiva. El autoconocimiento es imprescindible para descubrir cuáles son nuestros comportamientos preferentes y cómo los retroalimentamos. Una vez que tomamos consciencia de ello, hay que decidir cuáles llevas con orgullo y, por lo tanto, deseas conservar y cuáles consideras que sería necesario cambiar. Recuerda algo que ya te he contado en otras ocasiones: sin acción no hay cambio, y si continúas haciendo lo mismo, obtendrás los mismos resultados. Así que toca cambiar cosas.
¿Cuántas veces habrías evitado un problema si hubieras mantenido una conversación a tiempo? | De la Red
2.- Atrévete a decir lo que piensas: la clave de cómo hacerlo es respetar los pensamientos y creencias de la otra persona, sin olvidarte de defender y mostrar las tuyas. Recuerda, sobre todo, ser tú, ser una persona auténtica y genuina. Exprésate con amor y con respeto.
3.- Aprender a ponerte en el lugar de la otra persona: ponerte en los zapatos de quien tienes en frente, caminar con ellos y hacerlo libre de prejuicios. Sólo así podremos descubrir y entender su mensaje, su dolor, su percepción, su opinión, sus necesidades, lo que siente y cómo lo vive. Soy consciente de que esto entraña cierta dificultad y que, con frecuencia, nos lleva a la negación: “yo no tengo prejuicios”. No caigas en esa trampa.
Te invito a ser honesto u honesta contigo y mirar un poco hacia dentro. Te darás cuenta de que muchas veces pretendemos que las otras personas vean la realidad “desde y como” la observamos con nuestros ojos, y esto es imposible.
Finalmente recuerda: cuando hablamos de asertividad, lo hacemos para referirnos a un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede, ni tampoco se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. ¡Respeto para ti, respeto para mí!