Saar: exhibición y tristeza

Luis Padilla nos habla este lunes de Saar, el futbolista senegalés al que la burocracia impidió debutar en el CD Tenerife.

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El senegalés Saar fue un referente en el fútbol regional durante la década de los ochenta. Lo fue por su velocidad, por su depurada técnica, por su regate, por su capacidad goleadora y, por qué negarlo, por el color de su piel. Porque Saar era negro en un tiempo, con la democracia recién llegada a España, en la que había pocos hombres de esa raza por la calle y casi ninguno en los campos de fútbol tinerfeños. En las pistas de baloncesto era otra cosa, pues casi todos los equipos de cierto nivel tenían su americano. Y el americano, mayoritariamente, era negro. Menos el Náutico, representante tinerfeño en la élite, que tardó mucho en contratar a un jugador extranjero y aún más en fichar a uno de color negro. DeWayne Scales, un superdotado, fue el primero. Para entonces, Saar ya había tenido su protagonismo en el Tenerife.

Y también había comprendido que una absurda norma le consideraba extranjero en el mundo del deporte, por lo que no podía jugar en Segunda División B ni en Tercera División, donde estaba prohibida la alineación de foráneos. Lagunero de adopción y con la idea de quedarse a vivir en la que consideraba su Isla, sin embargo era extranjero en un mundo en el que abundaban oriundos y falsos oriundos, de esos que juraban tener “un abuelo nacido en Celta”. O “en Betis”. Saar, sin embargo, era extranjero. Sí podía actuar en Categoría Preferente, donde, curiosamente, estaba permitida la presencia de jugadores extranjeros. Eso sí, en los pocos partidos que jugó durante el verano de 1978 con el Tenerife, todos ellos de carácter amistoso, demostró que tenía nivel suficiente para hacerse un hueco en la plantilla blanquiazul.

Y más en ese tiempo, cuando la escuadra que dirigía Manolo Sanchís acababa de descender a Segunda División B. De hecho, los que vieron su presentación en sociedad aún la recuerdan. Fue el domingo 13 de agosto de 1978 en el viejo campo de El Cantillo ante el Tacoronte. Aquella tarde, el Tenerife jugó inicialmente con: Álvaro; Alberto, Mini, Aparicio, Berto; Román, Paco, Real; Lolín, Toño y Saar. Al cuarto de hora, el extremo senegalés recogió un balón en el círculo central y eludió a cinco defensores. A algunos por habilidad y a otros por velocidad. Y también regateó a Julio, el portero rival, antes de marcar a puerta vacía. El público local aplaudió su tanto y disfrutó de su juego. Cuando abandonó el terreno en el descanso, se 'acabó' un partido en el que al final se impuso (1-2) el Tenerife.

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Sanchís no pudo alinear a Saar en partido oficial.

“Fue el mejor. Cuando tenga más partidos ofrecerá mejores servicios. A expensas, claro, de que se solucione su situación por ser extranjero”, se leía en la prensa. Pero su nacionalización nunca se arregló. Y como no podía jugar ni en Segunda División B ni en Tercera División, donde estaban Toscal o San Andrés, se fue al Estrella. Y cuando dos años después de creó el grupo canario de Tercera División y los laguneros se incorporaron a esa categoría, bajó un peldaño y se fue a Preferente. Y allí se cansó de marcar goles y de celebrar tristes ascensos. Porque si el equipo subía, Saar tenía que irse.