Un candidato al descenso

Falta de intensidad, fragilidad defensiva y falta de gol son los argumentos de los equipos que se van a Segunda B

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El Tenerife 18-19 presentó en Mallorca su candidatura al descenso. El fútbol cambia cada domingo y un equipo que hoy no le gana a nadie puede ser el máximo favorito a la Champions dentro de tres semanas, de acuerdo, pero el grupo que ahora dirige Oltra –el menos culpable del disparate actual, pese a su autoflagelación pública en Son Moix– ofrece características propias de los equipos que se van a Segunda B. Entre ellas, hay algunas determinantes: una falta de intensidad prohibitiva en la categoría de plata, una fragilidad defensiva impropia del fútbol profesional y una falta de gol preocupante en una competición que se decide por detalles. 

Los insulares están "obligados" a revolucionar su plantilla en el mercado invernal

Y lo que es peor, son síntomas que el Tenerife 18-19 lleva exhibiendo desde el inicio de un curso en el que ha perdido su principal ventaja: era un equipo hecho, que repetía técnico y (casi) plantilla, por lo que sabía a lo que quería jugar. O lo que es lo mismo, estaba llamado a obtener en las primeras jornadas un colchón de puntos que le diera confianza. A día de hoy, es un conjunto roto, con dudas sobre el dibujo y el estilo, que ya ha cambiado de entrenador, que está obligado a revolucionar la plantilla en el mercado de invierno –aunque tiene poco dinero para hacerlo– y que coquetea con la zona roja. En suma, es un claro candidato al descenso. 

El partido de Mallorca agudizó algunos defectos de una plantilla mal construida en verano. Uno es imperdonable: el Tenerife corrió casi diez kilómetros menos que el rival, un pecado mortal en un equipo al que no le sobra calidad. Y ante un conjunto sin gol como el balear, incapaz de marcar más de un tanto en todo el campeonato, fue batido en los cuatro primeros disparos de los locales. Sin actitud y sin contundencia, poco importa el esquema, aunque la situación invita a Oltra a cambiar el dibujo. Algunos errores individuales, groseros y ligados incluso a conceptos futbolísticos básicos, quedan diluidos en el pésimo funcionamiento colectivo. 

Eso sí, los males son más profundos. Y estaban ahí tras ganar al Cádiz y no se irán de vencer al Lugo. Hay un exceso de centrocampistas y hasta de buenos centrocampistas, pero el Tenerife 18-19 ofrece una temible fragilidad defensiva y carece de gol. Y en Segunda División, los partidos se ganan en las áreas. Los planes iniciales eran que una presión asfixiante, con Acosta como líder en la primera línea, disimulara las carencias de los zagueros; y que Nano y Naranjo ofrecieran su mejor versión en la Isla... amén de que los desconocidos Joao o Chilunda explotaran en el Heliodoro. Un exceso de optimismo que se puede pagar caro.