Hace pocas fechas, esta localización de la capital de Tenerife era punto neurálgico del Carnaval chicharrero, sobre todo en el Carnaval de día. Hoy, la plaza y sus calles circundantes dejan sentir su soledad. Apenas se escuchan voces con su eco o el caminar de una madre con su hijo y algún transeúnte que rompen con una estampa de frialdad por el aislamiento ante el coronavirus.
Pronto, el chicharro y sus alrededores recuperarán la vida y volverán a ser el corazón de Santa Cruz, donde ver pasar a los vecinos y visitantes en una de las zonas más icónicas de la historia del municipio.