Antonia San Juan no trabaja en ninguno proyecto que no le guste, eso lo tiene claro. Como también ha tenido claro que 'Échale la culpa a Pandora' es uno de esos a los que sí se apunta. En el papel de Casandra, la actriz interpreta sus monólogos contando las historias de seis mujeres de la mitología griega, como Perséfone o Helena.
Con esta obra vuelve al escenario del Teatro Pérez Galdós los próximos 24 y 25 de abril, acompañada de seis piezas musicales originales interpretadas por un cuarteto de cuerdas y la cantante Ada Rapisarda.
Apartarse de la gente
[Pregunta] ¿Qué te atrajo de esta obra para querer trabajar en ella?
[Respuesta] Me la ofrecieron y me atrajo la dificultad que entraña, porque tiene muchos nombres. Es una obra que, más que memorizar, requiere comprensión mientras la estudias. Primero tienes que entenderla bien, y luego memorizar nombres, estructuras… y después llevarla a un lugar donde no se convierta en una clase de mitología. Creo que, justamente, esa dificultad fue lo que más me atrajo.
Interpretas a Casandra, una mujer condenada a decir la verdad pero a no ser creída. ¿Te identificas con ella en algún aspecto?
No, en absoluto. Yo no estoy condenada a decir la verdad. Nadie lo está. El ser humano no se condena a decir la verdad, porque la verdad no existe. ¿Qué es la verdad? Tu verdad y la mía no tienen nada que ver, tu recuerdo y el mío tampoco. La verdad es una versión subjetiva. La gente que va por la vida diciendo “yo digo la verdad”, apártate de ella. Igual que los que dicen “yo digo lo que pienso”: yo a esa gente, al lado mío, no la quiero.
Desde el humor
¿Crees que estas mujeres de los mitos —Pandora, Helena, Penélope— tienen algo en común con las mujeres actuales? ¿Se siguen arrastrando los mismos estigmas?
No me gusta hacer comparaciones, ni soy abanderada de ninguna causa. No me interesa meterme en camisas de once varas. Todo lo que haga cada cual, me parece bien, siempre que no me haga daño. Con 64 años que tengo, dejo el mundo correr. Vivo mi vida, mi oasis. Cada mujer que viva como le apetezca, me parece perfecto.
Al contar los mitos de estas seis mujeres, ¿cómo logras equilibrar el humor con temas como el abandono o la violencia?
Bueno, uno se ampara en que es mitología. Es como culpar hoy a los cristianos por destruir la biblioteca de Alejandría… El tiempo transforma esas cosas. Y como hablamos de mitos, no es algo cercano que la gente se tome personal. Ahí puedes encontrar el humor. Al ser algo del pasado y estar bajo el paraguas de la mitología, la mirada es distinta. No estás hablando de lo que le pasó a tu vecina. Hay que llevarlo al stand-up, al relato divertido. Pero no es para evitar que alguien se ofenda, es que simplemente funciona así.
"Un chisme culto"
¿Cómo ha sido preparar la obra?
No he trabajado con nadie todavía. Ha sido aprenderme el texto y ensayar desde Madrid con Enrique Fernández Villamil casi todos los días por FaceTime o Google Meet. Nosotros nos vamos a conocer todos cuando lleguemos. Son piezas diferentes: cuando yo estoy en escena, no está la cantante ni el cuarteto. Todo se ensamblará estos días previos. Enrique sí me ha mandado la banda sonora, pero él tiene la visión completa. Yo solo conozco mi parte.
¿Dirías que lo más difícil ha sido aprenderte todo?
Exacto. Tienes que aprender toda la cronología del monólogo: empezar diciendo que eres Casandra, hablar del hermano, de lo que había que hacer con él, de lo que dijo Apolo… Y todo eso sin perder el hilo, con la estructura clara, y a la vez hacerlo divertido, para que no parezca una clase de mitología. Hay que convertirlo en escándalo, en chisme, que parezca un programa del corazón. Pero claro, un chisme culto. No hablas de la isla de las tentaciones, hablas de literatura. Como ese profesor que te lo contaba tan bien que no se te olvidaba nada. La gente se ríe, pero tú tienes que tenerlo todo muy bien hilado.
¿Y crees que el público se lo tomará así, como un chisme? ¿Qué reacción esperas en el teatro?
Ay, no lo sé, mi amor. No soy adivina. Soy Casandra, pero no sé cómo reaccionará el público. Eso se verá cuando ocurra. No estamos hablando de la Virgen ni de Dios. Es mitología. Y la reacción del público solo se sabrá después: si se rieron, si les gustó, si se lo pasaron bien… eso no se puede saber antes.
La libertad de elegir
¿Tienes ganas de venir a presentarla aquí?
¿Qué crees? A ver, si con mi edad elijo un proyecto, es porque quiero hacerlo. No hago nada que no me apetezca. Es una pregunta retórica
¿Y esa actitud de hacer lo que realmente te apetece ha cambiado con los años?
Siempre he hecho lo que me ha apetecido. Nunca he esperado que me llamen. Ha habido años donde no me han llamado para nada, y yo he vivido de mi propio teatro, del que me inventé. Lo que tengo es gracias a eso. Ahora me llaman más que nunca para trabajar en cosas de cine y televisión, pero también para cosas que me gustan, cosas que no me quiten mucho tiempo. Quiero tener una vida más ociosa, disfrutar de la vida. No tengo hijos, ni quiero; ni pareja, ni quiero. Soy un pájaro libre. Siempre fui así, unas veces por obligación y otras por elección. Me lo he hecho todo yo, como quien aprende a hacer su propio pan. Y gracias a esa libertad, cuando me ofrecen algo y no me pagan como me gusta, no lo hago.
