'En este gran mar' (o por qué llegar a Canarias no es tan fácil como parece)

Juan Manuel Pardellas relata la terrible historia de los migrantes africanos que ansiaban llegar al Archipiélago y que murieron a la deriva en Barbados

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Portada de 'En este gran mar', libro de Juan Manuel Pardellas. / AH
Portada de 'En este gran mar', libro de Juan Manuel Pardellas. / AH

Cuenta la historia de En este gran mar, más de tres lustros ha, que una embarcación llegó a la caribeña Barbados con once cadáveres a bordo, momias a la deriva que pretendían encontrar en el fin de su viaje un futuro prometedor motivado por el sueño europeo.

Once cadáveres hallados; cuarenta y dos senegaleses desaparecidos. Partieron desde Cabo Verde 53 personas en la noche del 24 de diciembre de 2005 embarcados en el yate Bonnie and Clyde, encontrado sin rumbo en la playa de Palmeira, en la Isla de Sal.

El caso alcanzó repercusión mundial y fue reproducido por los medios más importantes, además de movilizar a centenares de agentes de policía de todos los continentes, a los expertos más prestigiosos de Europa en identificación de víctimas tras catástrofes y a los servicios de Justicia de Barbados y España.

Dirección Canarias

Pese a lo lejano del hallazgo, el periodista Juan Manuel Pardellas, autor del libro, nunca dudó de que la dirección que pretendía tomar aquella embarcación guiaba a los migrantes a Canarias.

Pardellas era entonces corresponsal del periódico El País en las islas y su instinto periodístico le hizo ver bien pronto que ahí había una historia.

“No es que yo fuera más listo que los demás”, cuenta a Atlántico Hoy, “sino que era un momento en el que eran muchas las llegadas a Canarias”. Otros pensaron que iban directos a América, pero Pardellas estaba absolutamente convencido de que su destino era la Macaronesia.

Exposición permanente

Cuenta el entrevistado, quien fuese director de comunicación del Gobierno de Canarias en la pasada legislatura, que en el Archipiélago “estamos expuestos permanentemente” y hay personas que “afortunadamente han alcanzado nuestras costas, pero otras no. Esto forma parte del momento histórico que estamos viviendo”.

Incide Pardellas en que la situación es delicada porque existe la creencia de que Europa está saturada, pero la situación en Senegal es similar, recibiendo muchísima inmigración dentro de África. “Hay casi 3 millones de guineanos en Senegal. También de Níger, Mali o Burkina Faso. Nosotros vemos los que nos toca pero muchos países están recibiendo miles de personas, y eso no lo vemos”.

A lo largo de su investigación supo que se paga hasta (y a veces más) 1.000 euros para intentar cruzar en “una chatarra flotante”. Da igual el estado, quien no lo ve claro es objeto de las burlas de quienes sí embarcan.

En aquella ocasión, cinco personas saltaron del yate (cayuco, patera o un cacho de madera) y fueron fruto de burlas -cobardes, les llamaban-, porque no se atrevían, eran unos “cagones” y por cuestiones de la vida fueron los únicos supervivientes.

Qué pasó

“Cuando estaban para salir en la costa de Cabo Verde no supieron manejar el barco porque ninguno tenía la más mínima idea de navegación, de motores o de las corrientes, lo que les fue arrastrando poco a poco hasta llegar a las Antillas, 4.000 km a la deriva en cuatro meses”, relata el autor.

“Nadie sabe lo que pasó, todo se basa en el relato de los que llegaron vivos”, cuál historia de Perdidos. Hipotetiza Pardellas que sucedió lo habitual según la ley no escrita del mar, arrojando por la borda los 48 cuerpo hasta que los 11 últimos ya no tenía fuerzas para moverse.

“Hay una estampa muy curiosa en la que se encontraron varios grupos de tres, arropados unos con otros, apoyándose en ese último momento”. Hobbes estaba equivocado.

Obra coral

Diecisiete años después el periodista reconoce sentirse satisfecho por haber cumplido con la promesa hecha años atrás a las familias de las víctimas, las cuales le pidieron que se contara lo ocurrido.

“Esta es una obra coral. Yo pongo la firma, pero realmente han sido más de 60 personas gracias a las cuales he podido llegar hasta el último rincón de la investigación. La comunidad senegalesa se movilizó para echarme una mano y gracias a ello pudimos localizar a muchos familiares”, reconoce Pardellas.

Deseo y realidad

Al ser preguntado sobre lo que espera del lector al leer su libro, disocia el entevistado el deseo de la realidad.

“El deseo sería que contribuyera a entender mejor el fenómeno y que llegara de verdad a las personas, que se entienda este fenómeno que soporta tanta incomprensión. La realidad es que un libro no va a cambiar el mundo; a aquellos que lo lean y sientan que he podido contribuir en algo les estaré muy agradecido”.

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