¿De qué raza son los perros que flanquean el escudo de Canarias?

La obra de Viera y Clavijo nos acerca a Juba II, monarca al que le llevaron dos perros desde las Afortunadas "por su extraña grandeza", según relató Plinio

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La primera referencia a los perros en el escudo del Archipiélago data de la obra de José Viera y Clavijo 'Noticias de las Historia General de las Islas de Canaria' publicada en 1772./ IECAN.
La primera referencia a los perros en el escudo del Archipiélago data de la obra de José Viera y Clavijo 'Noticias de las Historia General de las Islas de Canaria' publicada en 1772./ IECAN.

Bandera, escudo, himno y festividad del 30 de mayo. Estos son los cuatro símbolos que reconoce el Estatuto de Autonomía de Canarias en el artículo 7, donde el texto es especialmente profuso en descripción del escudo: "en campo de azur trae siete islas de plata bien ordenadas dos, dos, dos y una, esta última en punta. Como timbre una corona real cerrada, surmontada de una cinta de plata con el lema Océano de sable y como soportes dos canes en su color". 

Esos dos perros de perfil heráldico son parte de la identidad de Canarias y, en sí mismos, sostienen una de las hipótesis más extendidas sobre el interminable debate acerca del origen etimológico del nombre de esta tierra. El mismísimo José de Viera y Clavijo defiende en sus Noticias de la Historia General de la Islas Canarias "que se derivaba de canis, que en la lengua de los romanos significaba perro, por el número y corpulencia de los que había en la isla".

En ese mismo capítulo, titulado Opiniones sobre el origen y etimología del nombre de Canaria, el historiador y máximo exponente de la Ilustración canaria, a quien debemos la primera referencia conocida al escudo de Canarias con los perros, especifica que "al rey Juba se llevaron dos mastines de Canaria, se le presentaron, y supo este suceso toda la república literaria de aquel tiempo". Resuelto el misterio. Son mastines. Gracias, señor Viera y Clavijo.

José de Viera y Clavijo
El sacerdote, historiador y literato José de Viera y Clavijo. Realejo Alto, Tenerife (1731)-Las Palmas de Gran Canaria (1813).

El rey curioso

En su célebre obra sobre la historia de Canarias, Viera y Clavijo se refiere al rey Juba II de Mauritania, monarca impuesto por Roma en el norte de África en los territorios que actualmente ocupan Marruecos y Argelia. Su padre, Juba I, se vio abocado al suicido al posicionarse del lado de Pompeyo en la contienda militar con César. Por eso el pequeño Juba fue llevado a Roma y formado en la capital del imperio hasta ser restituido en su trono de la provincia imperial de la Numidia.

Tal y como lo refiere Viera y Clavijo, "El joven Juba, hijo de Juba rey de la Mauritania, prisionero de César y adorno de su triunfo (..) recibió una educación tan excelente (...) que mereció ser colocado en la clase de los sabios del primer orden del dichoso siglo de Augusto, quien le restituyó al trono de sus predecesores". Interesado "en la cosmografía e historia natural, Juba quiso informarse de las maravillas atribuidas a las Islas Afortunadas, vecinas de su reino (..) con la exacta relación de su número, nombres, situación, producciones y demás circunstancias dignas de la atención del público".

"Entre las curiosidades del país presentaron los descubridores a aquel monarca dos perros de extraña magnitud que habían tomado en la isla de Canaria; y Juba compuso inmediatamente un libro sobre esta expedición, dedicado a Augusto, que se ha perdido con todo el resto de sus obras, de las que solo se encuentran algunos fragmentos en autores antiguos, especialmente en Plinio el naturalista".

Juba II, Louvre
Busto de Juba II, Museo del Louvre./ Wikimedia.

Plinio, el eslabón necesario

Para que las andanzas de Juba llegaran a nuestros oídos fue necesario que Plinio el naturalista, también llamado Plinio el Viejo, las recogiera en su Historia Natural. Pero fue sin duda el carácter explorador del rey curioso, quizá derivado de su instrucción en Roma, el que impulsó ese conocimiento sobre lo que después, probablemente como resultado de esas mismas expediciones, terminaría llamándose Canarias.

De nuevo siguiendo a Viera y Clavijo, cuando cita la Historia Natural de Plinio descubrimos "que las Afortunadas no estaban muy distantes de las islas Purpurarias", conjunto de islas situadas en la bahía de Esauira, Marruecos. Según prosigue Plinio, tras una somera descripción de cada ínsula, "a corta distancia se veía la isla de Canaria, llamada así por la multitud de perros de extraña grandeza, de los cuales se le llevaron dos a Juba". 

Largo debió parecerles a esos canes el viaje desde Canarias hasta el reino de Juba aunque mucho mayor es el trayecto para que, cerca de dos mil años después, sigan formando parte del escudo de este archipiélago atlántico. 

Historia natural Plinio
Ejemplar de la 'Historia natural' de Plinio el Viejo./