Javier Cuevas, ahora principalmente desde TenerifeLAV, es uno de los grandes agitadores de la escena cultural en Canarias. Desde la vertiente del gestor creador, es un defensor acérrimo del valor de los artistas locales y aboga de manera clara por una feminización de la cultura: "Y cuando digo mujeres también digo personas que no se rigen por las dinámicas jerárquicas y machistas que imperan en la cultura",
- En absoluto. La nostalgia, en general, suele ser un argumento bastante reaccionario. Sólo llevo nueve años en la Isla y, nada más llegar, fui testigo de un desmantelamiento desproporcionado que, con la excusa de los efectos de la crisis, dejaba a Canarias bajo mínimos en relación a otras autonomías y al entorno europeo. Una excusa perfecta para socavar las prácticas críticas en la cultura y afianzar, por el camino, los círculos afines al régimen. Mi sorpresa es que lo que pasaba antes era algo así como la democratización de las prácticas clientelares (que, lamentablemente, sobreviven a día de hoy). La cultura, en cualquier caso, es una instancia anchísima y compleja que llega a Ser, precisamente, en el momento en el que es abducida, desactivada y validada por los sistemas de poder. En Canarias hay mucha cultura que escapa a estas operaciones y que sobrevive en espacios liminales de resistencia, incluso dentro de las propias instituciones. Disidencias discretas y riquísimas que, más allá del ocio, generan reflexión, pensamiento crítico, autonomía, potencias en lo comunitario y relaciones de placer a través del arte. Si su pregunta sobre el pasado señala al futuro le diré que, sin duda, lo mejor está por hacer.
- ¿En algún momento ha sentido que esto de los conciertos y obras de teatro, de la promoción cultural, funcionaba como debía en las Islas?
- Por supuesto. En Canarias hay grandes profesionales de la producción, de la gestión y de la creación en todas las disciplinas, aquellas que, pese a la mediocracia política vienen trabajado contra el arte en el sentido, como apunta Chantal Maillard, de un contra que sujeta, no que derriba. Curiosamente la mayor parte de esas personas son mujeres (muy preparadas) al servicio de hombres (demasiado reconocidos) que, aceptando la precariedad como animal de compañía, soportan la solvencia de los proyectos. Y cuando digo mujeres también digo personas que no se rigen por las dinámicas jerárquicas y machistas que imperan en la cultura. Admito la generalización (y conozco sus excepciones); pero esto es algo que la política cultural en Canarias deberá replantear y modular a corto plazo para no seguir sufriendo las cansinas sobredosis de testosterona en las que continúan recayendo programaciones, publicaciones, ciclos, exposiciones y estructuras públicas y privadas en las Islas. Más allá de las cuotas o la paridad, es urgente feminizar (desde el feminismo) el pensamiento y las prácticas curatoriales, productivas y organizativas en Canarias. La promoción de la cultura, como ocupación de las administraciones necesitaría, además, empezar a regenerar a sus profesionales y a incorporar perfiles con un conocimiento más ancho y profundo de las áreas que administra en todos los puntos de la cadena de valor. Con excepciones sobradamente conocidas como la del anterior responsable del Área de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife, lo cierto es que la mayor parte de los gestores públicos en ese nivel de responsabilidad habitan en dimensiones paralelas a la realidad y las necesidades del sector. En cualquier caso sigo pensando, desde una posición optimista y de resistencia, que lo mejor está por venir.
- ¿Qué se le debe pedir a las instituciones, además de apoyo económico, para un correcto funcionamiento del sector cultural?
- Hilando con lo anterior diría que un conocimiento profundo del complejo y heterogéneo territorio que constituye esta cosa llamada cultura a través -fundamentalmente- de un contacto permanente, curioso y respetuoso con las agentes del sector. Y la asunción de que instituir proviene de instituere (poner en pie) y que comparte raíz con estar. La institución debe estar al servicio de una presencia y una construcción colectivas de la cultura y es ella la que se ha de adecuar con flexibilidad y recursos a las necesidades del sector. Es una obligación social de la institución poner en pie condiciones que nos permitan a artistas y trabajadoras de la cultura vivir y desarrollar nuestras prácticas y nuestras labores con las mayores garantías y con los mejores recursos. Y para ello necesitamos también los mejores proyectos: es inaceptable que el concurso público esté ausente en la designación de la mayor parte de direcciones de proyectos artísticos en las Islas (léase, por ejemplo, la inauguración del Teatro de La Granja del Gobierno de Canarias por parte del anterior gobierno sin proyecto, ni dirección, ni presupuesto) y más allá de las Islas (léanse las declaraciones de la nueva directora del Teatro Español en Madrid, en contra de los concursos públicos, inaceptable). Concursos públicos dirigidos a seleccionar los mejores proyectos y equipos, no a las personas más afines y convenientes (a la convención). La gestión pública de la cultura ha de estar al servicio de la ciudadanía, no de los aparatos políticos y administrativos. Es muy cansino tener que repetir esto una y otra vez…
- Hay un comentario generalizado entre productores y gestores culturales que los espectáculos que requieren de compra de entradas no están llenando -salvo contadas excepciones-, que existe un descenso notable en la venta de entradas... ¿tiene usted esa sensación?
- No realmente. Mi sensación es que hay que afinar en las políticas de públicos y trabajar en etapas muy tempranas desde, principalmente, la lectura. Este país está lleno de niños y niñas que sólo miran el mundo a través de las pantallas. La lectura y, en este sentido, el trabajo de la Escuela Pública y de las Bibliotecas es fundamental. La Biblioteca Municipal de La Laguna y su directora, Elena Cotarelo, son un magnífico ejemplo de una comprensión transversal y a largo plazo de la relevancia de la lectura y de su imbricación con las artes en el cultivo de una comunidad abierta a otras experiencias culturales. El programa de Teatro y Danza en las Escuela del Cabildo de Tenerife es otro buen ejemplo. La cuestión, por lo tanto, no está sólo en el precio de las entradas sino en los prolegómenos a una relación adulta con la cultura. La venta de entradas es directamente proporcional al interés en la cultura y al convencimiento de que construir la cultura desde nuestro “rol de público” es fuente de madurez y de salud individual y social. Algo que nos vuelve a conectar con la función de lo público y de la institución en la cultura. Si no tomamos medidas seguiremos avanzando hacia el embrutecimiento y el sincomplejismo del ignorante que tan bien transmiten los modelos políticos que sólo ven en la cultura un escaparate para sus intereses.
- ¿Es usted de los que piensa que la gratuidad de los conciertos y los grupos de versiones son un poco pan para hoy...
- Soy de los que consistentemente piensan cosas muy diferentes en según que momento. Mi pensamiento, afortunadamente, varía. Hace unos años los grupos de versiones me parecía una aberración, pero entiendo que son otra forma de generar narración y relaciones con el arte y que, en el fondo, son compañías de repertorio. Otra cosa es que en muchos casos teatros y espacios públicos con ansias de taquillazo estén sustituyendo a las creadoras por sus imitadores. En cualquier caso esto es coherente con nuestra época del fake en la que la autoría y la propiedad comienzan a perder valor frente a otras formas de relación con la obra, y eso no está tan mal. En el mismo sentido, la gratuidad de algunas manifestaciones culturales es tan necesaria como la entrada en otras, y aquí el contexto, como siempre, es una variable de primer orden. El problema está en la arbitrariedad, en la confusión de los formatos y en las ocurrencias culturales de turno al servicio del CV de las administraciones (y nada más).
- A usted, particularmente, ¿hay algún grupo o compañía de teatro que le haga salir de casa y pagar una entrada?
- Muchas, aquí y en el mas allá. Por supuesto, a todas aquellas a las que invitamos a trabajar a la Isla a través de TenerifeLAV, un proyecto discreto que desde hace ocho años viene afectando y afectándose a través de las artes vivas contemporáneas. Y básicamente todas aquellas artistas que proponen trabajos profundos y llenos de preguntas, que me ponen como púbico en un lugar de duda y que me erotizan y excitan en su forma y contenido. Me aburre soberanamente la actuación, lo edulcorado, lo normativo y lo decorativo. Me interesa lo politizado y lo que tiene la capacidad de tocar y afectar en su propia naturaleza. Algo así como todo lo que es Fajardo o todo lo que es Bresson en cualquier práctica artística. Y, por supuesto, la danza y los cuerpos en movimiento, prácticas en las que Canarias camina hacia lugares llenos de potencia.
- ¿En qué proyecto anda metido Javier Cuevas?
También co-construyendo contextos estables, críticos y profundos para la danza: junto al Teatro Leal de La Laguna en un proyecto de exhibición y encuentro que dará la cara el próximo 2020; junto a la Asociación de Artistas del Movimiento de Canarias PiedeBase con quienes mantenemos una tensión viva y constructiva entre artistas e instituciones; y con la Federación Estatal de Asociaciones de Compañías y Empresas de Danza (FECED) junto a quienes elevamos estas tensiones a nivel nacional e internacional.
Muy emocionado con los proyectos que cristalizan junto a la grandísima Paula Quintana: acabamos de presentar Las Alegrías en Centro de Danza Canal (Madrid) -después de su estreno en FAM Tenerife y su paso por Festival Tercera Setmana (Valencia) y Festival Fetal (Valladolid)- y estamos ya en camino hacia Seúl (PAMS 2019). Más tarde pasaremos por Teatre Principal de Palma (Mallorca), por el Museo de la Universidad de Navarra y por Centro Párraga (Murcia), entre otros. Ya pensando con todo el cuerpo en lo que está por venir con este equipo maravilloso.
Continuando con el proyecto The lieder y su nueva etapa bajo el nombre de La resistencia en los centros de secundaria de la isla de Tenerife junto a la cineasta Tamara Brito de Heer. Participando como performer en proyectos de Amalia Fernández (Hilo musical y En construcción) y como productor-curador en Cuerpos invisibles, un proyecto de mediación de Sara Serrano y Solar Acción Cultural con cuerpos migrantes en Tenerife. También, junto a Solar Acción Cultural, felizmente embarcado en el próximo número de su fabulosa revista-pieza Islario.
Aprendiendo la Isla y de la Isla.
