Dicen que un duelo amoroso tiene similitudes con la abstinencia a la droga. No me extraña. Cuando uno se enamora siente euforia y placer gracias a algo llamado dopamina —una sustancia que activa en nuestros cerebros el sistema de recompensa y fomenta el deseo de estar con la otra persona—. También entra en juego la oxitocina, esta ayuda a profundizar en los sentimientos de conexión, el vínculo, la confianza y se libera, principalmente, con el contacto físico. A la fiesta hormonal, por si fuera poco, se unen los estrógenos, la norepinegrina que causa excitación y un par de sustancias más que nos hacen tener esa cara de estupidez crónica e insoportable para aquellos que nos rodean y que nos oyen hablar del mismo temita una y otra vez. "Pasa página, por Dios".
Es por eso que cuando se acaba ese maravilloso subidón existen paralelismos en los síntomas y la activación cerebral entre un duelo amoroso y el síndrome de abstinencia de drogas: ansiedad, insomnio, pérdida del apetito, cambios de humor y pensamientos obsesivos. Adiós dopamina, hola llorera. "Pensé que me quería y bla, bla, bla".
Qué difícil es ser un pirata enamorado y navegar en el amor moderno para terminar luchando contra las mil maneras de romper un corazón: que si gaslighting; love bombing; refuerzo intermitente; chantaje emocional o la ley del hielo y todo eso en un mar lleno de narcicistas, trastornos límite de la personalidad y personas sin responsabilidad afectiva. Joder, a lo mejor ni las sirenas, ni los tiburones eran tan malos ¿no?.
Algo me dice que por eso cuando Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Simón Vargas y Martín Vargas, —Morat—, rompieron el murmullo en el Estadio de Fútbol de Adeje, en Tenerife, con los primeros acordes de Faltas tú, el público hizo tan suya la canción. Me dio la sensación de que en este 2025 ha habido muchos amores y desamores. ¿Qué tal si le dedicamos esta oda al corazón?
Morat en Tenerife
Morat eligió Tenerife como única parada en España este 2025 en su gira Asuntos Pendientes y es por eso que entre la multitud había gente de todas partes: valencianos; malagueños; colombianos y un sinfín de fans que no dudan, ni por un momento, en coger un avión y presentarse en el sur de la isla para gritar alguno de los temazos de la noche: Cómo te atreves, 506, A dónde vamos, Me toca a mí, Porfa no te vayas.
El primer momento íntimo de la banda colombiana con el público llegó con Debí suponerlo, cuando Juan Pablo Isaza se dirigió a los corazones rotos. "Todos tenemos asuntos pendientes, todos tenemos una persona que tenía que estar en un momento importante y no estuvo". Poco más hay que añadir, el que estuvo en el campo de fútbol sabe de sobra cómo dolió esa en especial.
Tu asunto pendiente
A mitad del concierto ocurrió otro de los instantes más mágicos de la velada. Con gestos de complicidad al público, preguntaron en alto: “¿Qué canción es tu asunto pendiente?”. Fue un momento de pausa maravillosa: de repente los carteles con los nombres de canciones se elevaron entre la multitud.
Tras unos segundos eligieron a una persona para subir al escenario — una joven que no era tinerfeña, sino que venía desde Madrid — y la invitaron a subir para escuchar de cerca ¿Qué Ganas?.
Tras ese momento íntimo, el ritmo volvió a subir. Se sucedieron títulos como Date la Vuelta— una canción que, tal como relató la banda, escribió a una de las hermanas del grupo tras vivir su primer amor a los nueve años —. Luego vinieron Dos Mil Algo, Mi Suerte y No Se Va.
El final con Besos en Guerra fue el broche. Esa canción cerró la velada con fuerza, con confeti, luces, una pirotecnica que no escatimaba en fuegos artificiales y una última ovación que parecía no querer acabar. Cuando bajaron del escenario, el eco de la noche quedó en el aire y se quedó esa sensación en el ambiente de quién conoce las dos caras del amor. La bonita y —sobre todo— la menos amable, esa que te hace pensar y prometer que nunca más te vas a volver a enamorar. Pero para eso está la oda al corazón de Morat, cuando todo pese vuelve a esa canción y canta a pleno pulmón Segundos platos.
"Volverás a sentir mariposas, a que un mensaje te ponga nerviosa".
Al fin y al cabo de eso se trata el juego del (des)amor.
