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Imagen de los Jameos del Agua y César Manrique / MONTAJE AH

Ni cuadros ni esculturas: la obra de arte suprema de César Manrique es esta isla de Canarias

Su legado se respira a cielo abierto: este rincón del archipiélago es la expresión máxima del arte ecológico, donde paisaje y creación se funden en un solo lenguaje visual

El arte de César Manrique no cabe solo en unos lienzos. Su obra, lejos de limitarse a la pintura o la escultura, se extiende sobre volcanes, cuevas y océanos. Con una visión adelantada a su tiempo —hace décadas que avisó del problema del turismo masivo en las islas— entendió que el territorio podía ser intervenido sin violentarlo, sino exaltando su esencia. Lo que dejó como herencia no es solo belleza, sino una filosofía estética y ecológica que marcó a toda una generación y cambió para siempre el modo de mirar el entorno canario.

Aunque su trabajo se puede encontrar repartido por varias islas, hay una que se convirtió en su gran obra total: la isla de Lanzarote.

La isla como gran lienzo

Nacido en Arrecife en 1919, Manrique fue un artista total: pintor, escultor, arquitecto y defensor de un urbanismo integrado con la naturaleza. Tras su paso por Madrid y Nueva York, regresó a Lanzarote para transformar su tierra en el mayor exponente del arte ambiental del siglo XX. No solo embelleció, educó la mirada colectiva sobre el paisaje volcánico y la identidad isleña.

Su casa en Tahíche, construida sobre burbujas volcánicas, es hoy la Fundación César Manrique, y uno de los mejores lugares para adentrarse en su universo creativo. Desde allí gestó intervenciones únicas que respetan la tradición canaria y la geografía volcánica.

@cristiandelgadofdezz Una joya en España 😍🇪🇸 Los Jameos del Agua, situados en Lanzarote, son una maravilla natural y artística creada por César Manrique. Este increíble espacio combina una cueva volcánica con elementos arquitectónicos, formando un entorno único de belleza impresionante. En su lago subterráneo habita una especie única en el mundo: los cangrejos ciegos albinos (Munidopsis polymorpha), pequeños y casi transparentes, que solo pueden encontrarse en este lugar de España. 😱🌎 ¿Y tú, conocias la existencia de este lugar? ⚠️ Guárdatelo para visitarlo muy pronto y sígueme en @cristiandelgadofdez para seguir descubriendo lugares increíbles 😍✈️ #jameosdelagua #lanzarote #lanzaroteisland #Islascanarias #España #turismolocal #turismorural #canaryislands #Comunidadvalenciana #andalucia #madrid ♬ sonido original - Cristiandelgadofdez

Jameos del Agua y más

Uno de sus emblemas más visitados es Jameos del Agua, un auditorio natural y centro cultural creado dentro de un túnel volcánico. En él, el arte se entrelaza con la geología en una experiencia sensorial única. También destacan la Cueva de los Verdes, el Mirador del Río, el Jardín de Cactus y el Monumento al Campesino, entre otras obras repartidas por la isla.

Fuera de Lanzarote, su huella también está presente en lugares como el Lago Martiánez en Tenerife, una laguna artificial junto al mar que integra arte, ocio y paisaje. Pero es Lanzarote —la isla transformada en museo al aire libre— la que resume su legado: una obra viva y habitable, que sigue inspirando generaciones.

Su lado activista

Cuando Manrique regresó de Nueva York en 1968, Lanzarote comenzaba su desarrollo turístico. Aunque participó activamente en ese impulso de la mano del Cabildo, advirtió muy pronto de los peligros de una expansión sin control. "Siento un poco de miedo ante la avalancha turística que se avecina a Lanzarote", declaraba ya en 1965.

Preocupado por la fragilidad del paisaje, se convirtió en un crítico feroz del turismo masivo. A partir de los años 70 y especialmente en los 80, participó en actos de protesta contra construcciones alojativas, alzando la voz en defensa del patrimonio natural. Su activismo lo convirtió no solo en un artista, sino en una figura sociopolítica icónica en Canarias, capaz de enfrentar a promotores y autoridades por proteger lo que amaba.

En 1986 escribió uno de sus textos más demoledores: "Lanzarote se está muriendo". En él denunciaba la pérdida de sensibilidad y la explotación masiva del territorio:
"Lo único válido para ellos es el éxito de vender en masas y ganar millones (...) Es tirarse piedras sobre su propio tejado."

Ese legado —el artístico y el rebelde— sigue latiendo en cada rincón que diseñó. Porque Manrique no solo creó belleza, también peleó por preservarla.