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El artista Pepe Farruqo en la exposición de varias de sus viñetas.

Pepe Farruqo: “El humor gráfico debería incomodar al poder, no servirle de adorno”

El artista inaugura la exposición 'Ponerse Farruqo', un recorrido por su trayectoria, este jueves 9 de octubre en el Museo Elder, en Las Palmas de Gran Canaria

El artista Pepe Farruqo (José Francisco López Rivera) inaugura este jueves 9 de octubre en el Museo Elder de Las Palmas de Gran Canaria la exposición Ponerse Farruqo, un recorrido por su trayectoria profesional y vital, en el que se mezclan humor, crítica y memoria. 

La muestra está organizada por la Fundación Cine+Cómics y la Cátedra Cultural Moebius de la Universidad de La Laguna, y podrá visitarse del 7 de octubre al 18 de noviembre. A propósito de esta cita, Farruqo charla con Atlántico Hoy sobre el arte, la sátira y los desafíos de hacer humor gráfico en tiempos inciertos. 

Reivindicación y bravuconería

[Pregunta] ¿Qué significa para ti “Ponerse Farruqo”?

[Respuesta] Es una expresión para referirse a ponerse gallito o bravucón, y también en muchos sitios se usa como mote para la gente que se llama Francisco. En mi familia, mi madre, mi abuelo, mi bisabuelo… Todos eran de la rama de los Farrucos del pueblo. Por eso es mi nombre artístico, además de que tengo un carácter un poco farruco también, eso es verdad. Cuando pensamos en cómo llamar la exposición, se me ocurrió ‘Ponerse Farruqo’ como un juego de palabras, pero también porque la exposición tiene bastante de reivindicación política y social, y de brava. 

¿Dirías que tu estilo encaja con esa forma de ser farruco?

Tengo varios estilos porque los necesitaba para buscar trabajo y poder vivir del dibujo. Este oficio es muy inestable, muy precario, y uno tiene que tocar muchos palos para poder sacar un jornal y pagar autónomos y Hacienda, que al final es lo más importante (ríe). Pero siempre que he podido he hecho el estilo más farruco y reivindicativo. En la exposición hay autorretratos y autocaricaturas que son bastante underground, bastante bravas.

Adecuarse a los cambios

La exposición repasa tus diferentes etapas y estilos. ¿Cómo fue el proceso de selección de las piezas?

En principio quería poner solo originales, pero de eso conservo poco porque muchos los he vendido, los he extraviado o los he regalado. Así que eché mano de lo que tengo y de lo que podía representar mejor mi trabajo. Hay cosas que no tienen mucha calidad, pero sí muestran un estilo, una etapa o una parte concreta de mi recorrido profesional y artístico.

¿Qué evolución artística ves en todo ese recorrido? ¿Qué rasgos te han acompañado siempre?

Ya son tantos años trabajando que ahora mismo siento un pequeño parón, porque todo ha cambiado muy rápido. Han cambiado los medios donde publicaba y también el lector, la persona que recibe el mensaje. Es complicado adecuarse a eso. No es miedo, pero sí cierta inseguridad, porque uno no sabe muy bien hacia dónde va todo. Aun así, tengo algunas colaboraciones que me dan mucha satisfacción, como las viñetas semanales aquí en Atlántico Hoy o el trabajo en Buenos Días Canarias, haciendo humor gráfico en vivo y en directo, que me satisface mucho. 

Una de las páginas del libro con sus obras. En este caso, dos viñetas para Atlántico Hoy. 

Conservadurismo

¿Cómo has vivido esos cambios en el humor gráfico y en la prensa? ¿Te has sentido presionado o censurado?

Antes sabías que los medios tenían una línea editorial, más conservadora o más progresista, y uno intentaba moverse ahí dentro, pero con libertad. Ahora es distinto: el lector se ha radicalizado, y eso ha arrastrado también a los medios. Mira, el otro día Gallego y Rey, que son amigos y maestros, dejaron su viñeta porque desde su propio diario ya no los apoyaban. Recibían insultos, descalificaciones, amenazas… todo por tener una postura crítica con el poder. Es muy triste. Yo creo que los humoristas gráficos tenemos que estar en la trinchera, defendiendo a los más frágiles, a los que no tienen poder. El 90% de la población somos los frágiles, incluso los que se creen de clase media. En poco tiempo se puede caer varios escalones sin darse cuenta, y eso es lo que estamos viviendo.

¿Y eso te ha puesto límites en tu trabajo?

Sí, claro, a veces sí. Uno sabe que hay una línea editorial y que hay que adaptarse, pero siempre intento ir un poco más allá. En algunos diarios donde trabajé, tenía que presentar varias ideas para que eligieran una, y trataba de colar algo más cercano a mi visión reivindicativa. Antes el lector era más complejo, más reflexivo. Hoy no. Hoy parece que todo es blanco o negro, y si no piensas como ellos, eres el enemigo. Es muy difícil trabajar así, porque un viñetista no puede ser populista.

¿Crees que se ha perdido el espíritu revolucionario de las viñetas?

Sí, se ha perdido bastante. Antes incluso la prensa de derechas era transgresora. Ahora no. Hoy la prensa conservadora es más radical, y la de izquierdas se ha vuelto demasiado tibia. Falta combatividad, falta crítica. El humor gráfico debería ser incómodo para el poder, no complaciente.

Una etapa complicada

¿Cómo ves el futuro del humor gráfico?

Complicado. Cada vez hay menos cabeceras que apuesten por él. Y sobre todo no hay relevo. Los jóvenes no leen prensa, no conocen El Jueves, ni a los clásicos. Viven en el mundo del meme, de lo rápido, del clic. El humor gráfico necesita reflexión, pausa, mirada, y eso parece que ya no interesa. Si los medios solo buscan lo práctico, se acaba la cultura, se acaba la sorpresa.

El proyecto incluye también un libro con el mismo nombre. ¿Qué ha significado para ti verlo publicado?

Es un regalo del cielo, de verdad. Son más de 240 páginas que recogen parte de mi trabajo como caricaturista. Cuando lo tuve en las manos me sorprendió la cantidad de cosas que he hecho, los recuerdos, las alegrías y también los pesares. Editar un libro es caro y difícil hoy día, así que apostaran para hacerlo ha sido un lujo. Me emociona mucho, sobre todo porque estoy pasando una etapa complicada, con proyectos que se cayeron tras la COVID. Este libro me ha devuelto la ilusión.