Pino Montesdeoca, quien lleva a Canarias —su tierra natal— en el corazón, entró al mundo de la moda con 53 años y desde entonces no ha parado de triunfar. Como reconocimiento a su trabajo, este sábado recibirá un galardón en la X Entrega de Premios y Becas de Charter 100 Canarias.
El evento tendrá lugar en el Hotel Santa Catalina y reunirá a referentes nacionales e internacionales en el ámbito empresarial, social, cultural y deportivo. La actriz y modelo concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que se pronuncia sobre el papel de las redes sociales, la inmediatez o el problema de salud que cambió su vida cuando trabajaba en Bahamas.
[Pregunta] Enhorabuena por el premio Cumbre Charter 100 Canarias 2025. Imagino que se siente muy querida en su tierra.
[Respuesta] Hombre, es que en tu tierra es donde deberían pasarte cosas. Desafortunadamente no me ocurren muchas, pero por algún sitio se empieza. Así que yo estoy superfeliz y agradecida.
No sé si son horas para ponernos profundos, pero… ¿qué es la belleza para usted?
Ay querido, qué pregunta más tricky. A ver, yo creo que la belleza es algo muy personal. Se supone que el arte e incluso la biología te dicen que se trata de simetría. Pero para mí es cualquier cosa que te emocione, te transmita y te haga vibrar. Que incluso te haga llorar porque te quedas hipnotizado. Me suele ocurrir cuando veo una mano que me habla, que me dice cuánto ha trabajado o el tiempo que ha pasado en el agua.
¿Hay partes del cuerpo a las que muchas veces no le prestamos atención y que hablan mucho más que una cara bonita o un cuerpo normativo?
La mirada, por supuesto. Dice muchísimo y supone que te pares a interesarte por esa persona. No tiene que ver con unos ojos bonitos, sino cómo te puede mira alguien. Es como las manos, son partes del cuerpo en las que se fijan muchos, pero no se habla tanto de ellas.
¿Cualquiera puede desfilar o requiere de un talento especial?
El talento no tiene nada que ver aquí, está relacionado con otras cosas. Yo estoy en la pasarela por otros motivos, no sé exactamente cuáles, podría especular. Pero la pasarela está hecha para defender la creación de un diseñador o una diseñadora. Por lo tanto, las personas que están allí son unos profesionales como la copa de un pino y su esfuerzo es enorme. No los ves a ellos, sino que estás frente a un espectáculo. Aunque no todo vale.
¿Cuáles son los límites?
[Reflexiona durante unos segundos] Eso tengo que pensármelo bien. Hay un tipo de cuerpo que hace que la ropa siempre sea la principal, el objetivo. Suele ser alguien muy alto, la altura no la podemos despreciar, no está sobrevalorada para nada. Es muy vistosa. Y luego las medidas, que seas delgado para que las proporciones con respecto a la ropa sean las óptimas.
¿A qué se refiere?
Para mí es muy importante que la persona tenga ciertas medidas porque en el box yo, por ejemplo, no me puedo cambiar con otros porque yo soy más pequeña, tengo la cadera más ancha y a mí no me va todo. Entonces, el diseñador o diseñadora me ha hecho algo personalizado.
Seguro que se lo han preguntado muchas veces, pero me mata la curiosidad: ¿cómo es empezar a triunfar después de los 50 en un mundo donde parece que si no eres la reina del mambo a los 20 ya vas tarde?
[Ríe] Ay, hijo mío, deberíamos quitarnos eso de la cabeza. Aquí no hay reyes del mambo. Todo eso son fantasías. Las personas tienen que pensar en esforzarse, hacer las cosas de la mejor manera y si no saben hacerlo, dedicarse a otra cosa. ¿A veces no te parece que la gente tiene unas expectativas que son completamente irreales?
Por eso le preguntaba.
A mí, a los 53 años, no se me hubiese ocurrido en la vida [dedicarse a la moda], porque no soy carne de cañón para esto, no tengo las medidas. En cambio, llegó un momento en el que funciona que una mujer que se está haciendo mayor vaya con un rollo muy único. Voy como soy, no pretendo ser nadie más. Hay que ser lo más auténtica que puedas. Tienes que explotar lo que te hace único. Un mundo donde todo el mundo es muy igual es aburrido.
Ha dicho en varias ocasiones que no tiene miedo a envejecer y que acepta su edad con naturalidad. ¿Sueña con que en algún momento las mujeres no tengan ni siquiera que plantearse estos temas? Se lo digo porque no es habitual que un hombre tenga que preocuparse por eso.
No soy una marciana. A mí me da pánico tener la mala fortuna de que me pueda pasar algo, que pueda tener un ictus o cualquier cosa de estas. También me da miedo llegar a ser muy mayor sin dignidad. Ahora, si hablas de que me da miedo envejecer porque voy a parecer una pasa seca, pues no. A eso no le temo porque es lo que va a ocurrir. Hay poco colágeno y por lo tanto aparece la flacidez. Tienes arrugas, colgajos, el pelo blanco, yo qué sé. Pero quiero ser digna hasta el final.
La velocidad frenética por la que le preguntaba antes está relacionada con las redes sociales, los filtros y la hegemonía de cuerpos normativos que vemos todos los días. ¿Cree que Instagram, por ejemplo, es una herramienta mal aprovechada? Porque utilizada de otro modo, quizás serviría para normalizar la diversidad que existe.
Exacto. Según mi criterio, es mucho más profundo que todo eso. Lo que vemos en las redes sociales es una presión brutal para las chiquillas jóvenes porque piensan que eso es lo real y no es así. Pedimos que nuestras chicas jóvenes no se guíen por esa presión que tienen en las redes sociales cuando quizás nosotros, que somos más adultos, lo estamos haciendo exactamente igual.
El ejemplo es la mejor herramienta que tenemos, el enseñar que una mujer y un hombre cuentan con todo el derecho del mundo a utilizar todas las opciones libremente. Es la base de todo. Se ha normalizado que puedes hacerte operaciones y quedar divinamente, pero pocas veces se habla de que te cogieron un nervio o te ha quedado el ojo un poco más cerrado. Que la gente sea libre de hacer lo que quiera, pero con sentido común.
Sin prisas.
Lo que tú has dicho de la inmediatez es la ley de hoy. No quiero una carrera de siete años, quiero ser influencer. No voy al gimnasio porque eso es un coñazo. ¿Entonces qué hago? Pues una liposucción. Jolines, vale, está ahí para algo. Pero creo que esto se hizo para cuando las cosas no funcionan del todo. No para esa inmediatez que tú quieres sin esfuerzo, sin currártelo.
No sé si usted lo ha visto, pero se ha vuelto muy común ver contenido en TikTok donde chicas cada vez más jóvenes, incluso niñas, se graban aplicándose una rutina de cremas —conocida como skincare— o maquillándose. Pueden parecer vídeos inocentes, ¿pero son capaces de afectar a la autopercepción de las chicas?
Hace poco tiempo llegué al punto de opinar algo que puede traer controversia, pero me la repanpinfla porque no todas las opiniones son válidas. He llegado a pensar que quizás el deber de los padres o del gobierno, no sé de quién, tendría que ser prohibirlo. Yo he estado en contra de las prohibiciones siempre, pero creo que un niño no debería tener un móvil o acceso a las redes sociales hasta, por lo menos, los 16 años.
¿Por qué?
Porque los vas metiendo en un mundo muy irreal. Son edades en las que están formando su personalidad. Lo que no puede ser es que solamente tengas una forma de ver tu identidad: con las redes sociales, que normalmente son más extremas y menos reales. Esto se está pasando de rosca, creo que estamos perdiendo una generación.
¿Ha utilizado la moda para lidiar mejor con sus complejos?
Al contrario. Estoy utilizando esta herramienta que me ha dado la moda para reivindicar un montón de cosas. Por ejemplo, un brazo, que te parecerá de lo más banal del mundo. Pero si yo salgo en una portada y puedes ver un brazo flácido y sigue siendo completamente digno, quizás comencemos a ver mujeres que ya empiezan a ponerse una manga corta.
Tener colgajos en el cuello es inevitable con el tiempo, hay que enseñarlos. El ejemplo es lo que más nos ayuda a normalizarlo. Y si no, fíjate en las Kardashian. En mi época tener el culo muy grande era raro. Pero salieron estas niñas y todo el mundo empezó a ponerse [glúteos]. Entonces creo que podemos utilizar las redes para ver opciones. Y ahí decides tú lo que es correcto para ti.
¿En algún momento ha sentido que la discriminaran o la miraran por encima del hombro en su trabajo por ser mujer?
Siempre va a haber alguien que lo hace, pero seguro que pasaría incluso siendo camarera de un restaurante. Pero recuerda que yo estoy donde estoy, justo por ser quien soy y por la edad que tengo. Posiblemente esto no me hubiese ocurrido con 20 años.
¿Echa de menos su vida anterior?
No, ¿por qué? Lo anterior no existe [ríe]. Siempre hay que centrarse en lo que está ocurriendo ahora. Además, el pasado es lo que me ha llevado a donde estoy ahora, me ha formado para vivir en este momento. Sin él no estaría preparada para esto.
¿Qué significó para usted el problema de salud que sufrió en Bahamas? ¿Fue como nacer otra vez?
Para mí fue reafirmar todo. He sido siempre muy profunda, pero cuando ya me dicen que el tiempo se acaba, yo me planteo si mis hijas sabían lo mucho que las quiero. ¿Sabe mi madre lo tantísimo que la he adorado? ¿Se queda mi marido con el sabor de boca de alguna bronca y no he sabido expresar el amor que he sentido por él? Se me quedó una paranoia en la cabeza sobre que hay que demostrar amor.
