Blas Cabrera y la temible equidistancia del científico

En el cementerio de San Luis de La Laguna ya descansan los restos de uno de las mentes más preclaras del Archipiélago, de quien se celebran este mayo los 145 años de su nacimiento

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Verónica Pavés en la presentación de su libro 'Blas Cabrera: una vida magnética'./ MONTAJE AH
Verónica Pavés en la presentación de su libro 'Blas Cabrera: una vida magnética'./ MONTAJE AH

“Santa Cruz de Tenerife, 2022

Un sol brillante atraviesa el pasillo colándose por la rendija de una de las viejas ventanas del salón. A Luis le reconforta el intenso calor que desprende. Es fruto de las altas temperaturas que aún impregnan Santa Cruz a pesar de haber entrado de lleno en la época otoñal. Hoy ha decidido vestirse elegante. “Es un gran día”, piensa para sus adentros. Se echa un último vistazo en el espejo. Repeina su cabellera canenta y se detiene a mirar sus arrugas. Se sorprende a sí mismo recordando el tortuoso camino que ha tenido que recorrer para llegar a ese preciso instante. Se acabó el silencio y las noches sin dormir, iba a resarcir la injusticia que pesaba sobre su familia desde hace más de ochenta años…”

Así comienza Blas Cabrera: Una vida magnética (2023, Gaveta ediciones) escrito por la periodista Verónica Pavés. Su pluma nos presenta en este primer capítulo a Luis, nieto del insigne físico canario, quien el pasado otoño pudo completar el sueño incumplido de su abuelo, volver a su amada tierra del exilio forzoso al que le sometió la dictadura del general Franco.

Ahora y para siempre, en el cementerio de San Luis de La Laguna ya descansan los restos de uno de las mentes más preclaras del Archipiélago, de quien se celebran este mayo los 145 años de su nacimiento.  

Una deuda pendiente

La escritora cuenta a Atlántico Hoy que con este libro se pretende saldar una deuda pendiente con Blas Cabrera, cuyo legado fue silenciado institucionalmente durante la dictadura. No pudieron callar sin embargo los recuerdos, esos que Luis le contaba a su hija Marta cada noche antes de dormir y que han mantenido viva la imagen del denostado académico.

Es a partir de esos recuerdos a través de los que Pavés ha articulado un relato novelesco, en el que se da voz a las mujeres de su vida, tan importantes para él, pero también a relevantes figuras del siglo XX como Albert Einstein o Santiago Ramón y Cajal.

Reconoce la autora que a la hora de afrontar la escritura no sabía mucho sobre Cabrera, pero pronto sintió fascinación por este personaje con una vida apasionante y un destino inmerecido. La historia de un niño que llegó a Tenerife muy joven y, sorteando los deseos familiares de hacer carrera en el mundo del Derecho, se convirtió por méritos propios en uno de los científicos más reconocidos de la historia de nuestro país, compartiendo tertulias con iconos como Marie Curie o Niels Bohr.

Empezar por el final

En octubre de 2022 llegaron desde México los restos mortales de Cabrera, un final feliz que se convierte en el principio esperanzador de una novela que buscar contar, amena y conmovedora, su historia. Desde ahí viajamos de vuelta al Lanzarote del siglo XIX, y entonces es su madre quien toma la palabra del relato, en un juego de perspectivas en la que los personajes se nos muestran en toda su complejidad.

"Quise darle una perspectiva de género al libro”, afirma Pavés, “porque en estos casos siempre  hablamos de ellos y de su ciencia, pero nunca de sus mujeres, que eran muy importante en la vida de Blas”.

Por ello quiso darles un merecido protagonismo, llevando en ocasiones todo el peso de la narración. Es el caso de doña Antonia, su madre, el paradigma de la mujer canaria que le apoya en todo momento, pero que también tiene sus sueños, anhelos y heridas. Lo mismo podría decirse de su mujer, su gran sustento, quien era considerada una de las mejores pianistas de Tenerife.

Hijo de su tiempo

Queda claro que el contexto histórico en el que creció Cabrera fue parte indisociable de sus inquietudes académicas. La Laguna que le vio dar sus primeros pasos era una ciudad en la que la electricidad era una novedad, iluminada aun por velas y candiles, e incluso participó, años más tarde, en la instalación del tendido eléctrico de Aguere.

Pese a ello, su llegada a Madrid se produjo para seguir la tradición familiar y estudiar derecho. Así lo reflejaban las crónicas de la época, muy tendentes a transmitir las novedades de sus ciudadanos de más renombre, y la familia del científico formaba parte de ese exclusivo grupo.

Las tertulias en el Café Suizo, donde hizo buenas migas con Santiago Ramón y Cajal, le llevaron a cambiar el rumbo de su vida, que le llevó a ser director del Laboratorio de Investigaciones Físicas e incluso ser el anfitrión de Albert Einstein en su visita a Madrid hace ahora un siglo.

El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en Santander, de donde pasó a París para luego partir, ya enfermo de Parkinson, a México, donde moriría en 1945.

La temible equidistancia

Cabrera fue víctima de un concepto que volvió a la escena política española con el inicio del Procés catalán: la equidistancia. Cuenta Pavés que Blas no se posicionó por ningún bando, y ese fue su gran error.

“Estando en París la República pide a todos los profesores que vuelvan a dar clases pese a la guerra, pero él se niega” provocando el malestar del gobierno, relata la escritora. En el caso del bando nacional, cuya victoria era un atisbo de esperanza para regresar a España -según las cartas de su mujer, muy católica, con personas que permanecían en España-, un incidente en la Universidad de Santander antes de partir a París en el que murieron partidarios de los nacionales, le granjeó la enemistad del dictador, que le depuró como catedrático en 1939.

“Se quedó sin nada por no posicionarse”, sentencia Pavés.

Adaptar el lenguaje

Cuenta la autora que hubo varios elementos que supusieron un reto a la hora de sentarse a escribir. Por un lado, cambiar el chip de periodista y adaptarse al lenguaje narrativo propio de la novela. También dar voz a los personajes, mezclando algunos elementos reales con otros imaginarios “siempre dentro de la verosimilitud”, con sus sueños y sus anhelos.

Sobre todo fue importante la adecuación de todos los conceptos científicos “para que el lector no se perdiera" en una maraña de términos técnicos, pero que debían estar en una novela sobre uno de los mejores físicos del pasado siglo. “Había conceptos científicos que están totalmente desfasados y superados que hay que explicar por cómo era la época”.

Para facilitar el fluidez del relato, Pavés introdujo al final del libro un glosario de términos científico “y también de Canarias” para que todo el mundo pueda revisarlos si no entiende algún concepto.

Un libro que supone una ventana al pensamiento de uno de los canarios mas ilustres, un relato “muy ameno y facilito de leer que forma parte de nuestro patrimonio cultural”, finaliza la escritora, “que debemos recuperar para colocar a Blas Cabrera en el lugar que le corresponde en la historia de Canarias”.

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