El CB Gran Canaria ha cerrado la temporada 2024-2025 con un déficit de 195.317,71 euros, un resultado que pone en cuestión el equilibrio real entre ambición deportiva y control económico. Pese a que el club ingresó más de lo presupuestado —10.606.652,98 euros frente a los 10.395.675,34 previstos—, el gasto se disparó hasta los 10.801.970,69 euros, enterrando cualquier opción de cerrar el ejercicio en positivo.
El propio informe de liquidación reconoce que las pérdidas equivalen al 1,85% del presupuesto aprobado, un porcentaje que, aunque contenido en términos técnicos, evidencia que el modelo sigue siendo estructuralmente frágil cuando la temporada se sale del guion financiero inicial. Las cuentas, además, se presentan seis días después de que este periódico destapara que el Granca, a través de un documento firmado por su presidente —Sitapha Savané—, ha solicitado un adelanto de 500.000 euros al Cabildo para afrontar tensiones de tesorería provocadas por el impago de Newport por el patrocinio de Dreamland Studios.
El Granca continúa sosteniéndose en una fuerte dependencia del dinero público, con una aportación del Cabildo de Gran Canaria de 3,9 millones de euros, exactamente la misma que la recogida en el presupuesto. Sin ese respaldo institucional, el desequilibrio habría sido muy superior.
La Eurocup, cara
El club justifica buena parte del desfase en el éxito deportivo del primer equipo, que alcanzó la final de la Eurocup. Sin embargo, el documento económico confirma que ese logro tuvo un alto coste financiero. Solo la partida de jugadores del equipo ACB se elevó hasta los 5,1 millones de euros, con una desviación cercana a los 189.000 euros sobre lo previsto, motivada por primas por objetivos, la lesión de Carlos Alocén y la contratación de Medhi Ngouma y Ziga Samar, además de la ejecución de la cláusula de salida de John Shurna.

A esto se sumaron los sobrecostes en desplazamientos, especialmente por la final continental, que obligó incluso a contratar un vuelo chárter, elevando los gastos de equipo ACB en casi 94.000 euros por encima del presupuesto. El propio club admite que el éxito en Europa terminó siendo castigado económicamente, una afirmación que deja en evidencia las limitaciones del modelo competitivo actual.
Más ingresos… pero no suficientes
En el lado positivo, el Granca mejoró prácticamente todas las líneas de ingresos. El reparto por ACB y Eurocup superó el millón de euros, los patrocinios privados alcanzaron los 2,02 millones —en buena medida debido al contrato de naming con Dreamland que ahora Newport no abona desde hace varios meses—, el merchandising creció casi un 39%, y las taquillas aumentaron cerca de un 75%, impulsadas por la campaña europea.
Sin embargo, ese crecimiento fue incapaz de absorber el sobrecoste generado por la plantilla, los viajes, el marketing y la estructura. Además, el área de formación sufrió un fuerte recorte de ingresos, con una caída de más de 276.000 euros, por la menor aportación del Gobierno de Canarias al deporte base, un agujero que el club da por “pendiente de compensación” en ejercicios futuros, una previsión que, hoy por hoy, no deja de ser una incógnita.
Marketing, estructura y financiación: otra losa
Especialmente llamativo es el aumento de los gastos de marketing, comunicación y abonados, que crecieron en más de 134.000 euros, vinculados al incremento de acciones publicitarias, eventos sociales del Proyecto Suma y logística asociada al aumento de partidos en casa. También subieron los gastos financieros, derivados del uso de líneas de confirming y del incremento de operaciones de cobro mediante TPV y domiciliaciones.

Todo ello dibuja un patrón repetido: cuando la temporada exige un esfuerzo deportivo adicional, el Granca no logra acompasarlo a una estructura económica verdaderamente sólida, y el déficit reaparece como un daño colateral asumido.
Un déficit que no puede normalizarse
El club presenta el resultado dentro de su plan de crecimiento sostenible, basado en el aumento de ingresos propios y la expansión de la masa social. Sin embargo, los números reflejan que, incluso en una de las mejores temporadas deportivas de los últimos años, el CB Gran Canaria vuelve a cerrar en pérdidas.
El mensaje de control y eficiencia convive con una realidad menos optimista: más de 10,8 millones de euros en gastos, casi 200.000 euros de déficit y una dependencia determinante del dinero público. El éxito en la pista volvió a tener factura en los despachos, y no precisamente pequeña. El debate, a estas alturas, ya no es solo deportivo, sino claramente estructural.

