Empecemos por el discurso. No escucharán ustedes -salvo que meta la pata Concepción- ni una sola declaración grapada a la presión, la urgencia o las prisas. Es más, de las palabras viajaremos a los hechos. Si se diese algún patinazo prematuro, no habrá decisiones de trazo grueso. Al revés. Ante los problemas, paciencia. Sacar pecho (como cuando los fichajes de Naranjo y Nano) sería un suicidio, coinciden en el Heliodoro. Tampoco nadie agitará las campanas al vuelo en caso de que el comienzo sea tan feliz como todos ya imaginamos. Zaragoza, Numancia, Ponferradina, Las Palmas y Albacete. Por ahí puede el Tenerife empezar a levitar. Ya veremos.
Cambia también el sistema de juego. Será innegociable el 4-3-3. "Ahora no seremos un equipo incógnita", verbaliza Víctor Moreno. Tiene razón. El Tenerife ya sabe cómo va a ganar los partidos: jugando a los rivales de tú a tú, llenándose de balón, siendo protagonista de los duelos e hinchándose a ver portería si sus hombres gol (no solo los delanteros) están entonados. Pero sabe el equipo también cómo puede perderlos. A través de los errores estrepitosos y frecuentes en defensa, que parece el lunar más grande de los que se han visto en pretemporada.
El entrenador del CD Tenerife López Garai / @jacfotografoLos protagonistas han cambiado. Empezando por el director deportivo y el entrenador. Se eligió a López Garai para lo mismo que a Oltra, aunque éste último se disfrazara de Cervera a su segundo aterrizaje en el Heliodoro. Se le trajo al valenciano -lo hizo Serrano- para ajustar el patrón de juego al estilo que más gusta y casa con lo que exige el Heliodoro. Pero se hizo un lío y puso las piezas del revés. Con el nuevo entrenador será innegociable el 4-3-3 y la apuesta por la posesión del cuero. De momento, gusta y se le aplaude. Luego los resultados lo pondrán en el lugar que le corresponda.
Hablemos del 'fichador'. Moreno plantea una revolución. Cuando se dice que serán en total 10 fichajes, se olvida que han venido acompañados de otras tantas desvinculaciones. Ya no está Jorge Sáenz, con quien el fútbol hizo justicia y de paso mandó al limbo a quienes le sepultaron con la etiqueta de 'acabado' antes de tiempo. Ni tampoco figuran en nómina Tayron, Camille o Héctor Hernández. La reforma ha sido tan profunda que escapó Carlos Ruiz por los pelos. Mauro Dos Santos, no; si se queda, su sitio estará en la grada. Señal de que a Moreno le importa una higa el 'qué dirán' y está dispuesto a remendar incluso los borrones que son suyos. El Tenerife de ahora no se parece casi en nada al del curso anterior. Y van a ser mayoría absoluta los fichajes que empiecen jugando.
Apuesta el club (y por ende, Concepción) a darle la vuelta como a un calcetín a su enésimo proyecto para que éste sea el definitivo. Nadie exige el ascenso de antemano porque lo imprescindible y urgente es recuperar la ilusión. Hay coincidencia generalizada en darle tiempo al representativo para que afiance y asiente sus nuevas ideas. El problema es que venimos de tantos desatinos consecutivos que nadie va a tolerar una sequía larguísima en la cuenta de resultados. Así que el proceso de construcción de la nueva idea habrá que sostenerlo con triunfos, pues la avidez de alegrías es indiscutible y el derbi canario ya está a la vuelta de la esquina. Es cambiar para vencer. Esa es la apuesta del nuevo Tenerife.