El CD Tenerife rompe su tabú

Así vio Manoj Daswani la gran victoria del CD Tenerife en Majadahonda

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Gol del CD Tenerife en Majadahonda
Gol del CD Tenerife en Majadahonda
La victoria sabe a alivio y también a liberación. Puso final a la sequía. Y al sufrimiento. 377 días sin ganar fuera de casa son una losa lo suficientemente pesada como para que quebrar la maldición ya se hubiese convertido en una obsesión. Había que ganar. Como fuera. Pero es que el Tenerife lo hizo a lo grande, con un juego convincente y una remontada de mérito. La flojera a domicilio se acabó en Majadahonda. Ya era hora.
Había transcurrido tan solo un minuto de juego y ya iba el representativo por detrás. De ahí que el triunfo tenga el doble de valor. Sirve para acariciar la permanencia y para ahuyentar fantasmas. La historia del primer triunfo en la Península en los últimos 377 días empezó con forma de calvario y acabó en fiesta. No era para menos. La imagen de la celebración en el vestuario lo dice todo. Fue un logro fronterizo. De los que marcan tendencias.
Para ganar en el Cerro, Oltra reprodujo el mismo sistema del último partido del Heliodoro (0-1 ante el Sporting). Las bajas de Alberto y Racic estrechaban el margen para elegir. No hubo sorpresas en la medular y Undabarrena fue el elegido para acompañar a Milla en la sala de máquinas. La novedad estuvo en la delantera. Sacrificó el entrenador a Naranjo y Coniglio, en tonos grises en los últimos partidos; y abogó por Nano, titular por vez primera en lo que iba  de año. La apuesta le salió bien.
El cuadro blanquiazul jugaba con los tembliques que le produjo el resultado de La Rosaleda, donde nadie esperaba que el Extremadura fuese capaz de rascar hasta tres puntos ante el favorito Málaga. Eso, y la larguísima maldición a domicilio (más de un año sin ganar fuera) propició que jugasen los isleños con más presión que de costumbre.
El partido no pudo empezar peor. Un arranque muy frío del Tenerife le costó -¡otra vez!- un gol a las primeras de cambio. Fue en una acción de Héctor Hernández con escala en el poste y posterior remate de Iza, probablemente en posición antirreglamentaria (1'). Tan ostensibles fueron las protestas blanquiazules como inaceptable un comienzo tan descorazonador. Se jugaba la vida el equipoffc... y no lo parecía. Por enésima vez, empezaba un partido con el marcador en contra. Ahora bien, al flojo arranque le acompañó una muy aseada reacción.
Lo bueno es que el equipo isleño no se vino abajo ante el golpe que le profirió el Majadahonda y supo arrebatarle el balón hasta generarle muy serios apuros. Así se produjeron las primeras aproximaciones al marco de Basilio. Había señales para la esperanza, por ejemplo el chispeante partido de Lasso, que parecía divertirse; y la versión imperial de Milla, que manejaba a su antojo el mediocampo y hasta se atrevía a chutar con frecuencia. 
También en una posición muy discutible llegó el tanto de la igualada, que obró Nano en el área chica tras un buen tiro de Malbasic en el desenlace de un saque de esquina. El tanto emparejó el marcador y dio paso a la mejor versión del Tenerife, que halló margen para ponerse por delante. No lo consiguió y dejó crecerse al Majadahonda, que también tuvo posibilidades para el 2-1. Las evitó casi todas Dani Hernández, que volvió a vestirse de héroe para erigirse en pieza providencial para que el partido llegase empatado al descanso.
La segunda mitad resultó clave. Salieron mucho mejor los blanquiazules, que se manejaron en unos grados de intensidad y eficiencia pocas veces registrados en toda la temporada. Los frutos al esfuerzo coral no tardaron en llegar y Jorge halló premio en un descomunal zapatazo desde el balcón del área. Su gol (1-2) cambió el partido y cambió la historia. Ya no iba a hablarse más de la sequía blanquiazul a domicilio porque el equipo se puso por delante y supo -esta vez sí- mantener su renta a buen recaudo.Desde entonces todo salió bien: los cambios de Oltra, la defensa de los ataques a la desesperada del Majadahonda y las intenciones de Malbasic para sacar tajada de un mayúsculo error del portero local que significó la sentencia. Marcó... y mandó a callar. Fue un gesto de los que dejan huella. Como el triunfo del representativo. El Tenerife firmó la victoria y casi la salvación. No fue un día cualquiera y así lo demuestran las imágenes de felicidad en el campo y la caseta. Se acabó la sequía. Ya tocaba.

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