El cuadro blanquiazul ha redoblado los esfuerzos para aplicarse el nuevo manual de estilo. Defender desde la solidez y atacar con velocidad son las dos consignas primordiales que ha tratado de inculcar Sampedro en apenas unos pocos entrenamientos. El último, en Elche y a unos pocos metros del escenario del partido, donde se afianzó en la víspera la impresión de que habrá alguna sorpresa en el once de partida. La baja del sancionado Malbasic confiere opciones a Coniglio para recuperar el protagonismo perdido, en su caso por lesión; y en defensa falta por saber quiénes flanquearán al dueto Jorge-Carlos Ruiz, que parece el preferido por el nuevo jefe.
El Tenerife habrá de hacer notar en el Martínez Valero que se juega más que su oponente, un Elche salvado y en período de distensión (como así demostró en Almería) y donde habrá rotaciones. Las ha anunciado Pacheta, con licencia para hacer cambios, repartir minutos y dosificar esfuerzos. Se ha ganado el respeto y la admiración de todos el exfutbolista del Numancia, ahora líder de un proyecto que ha ido de menos a más. Para los blanquiazules, es casi obsesión dejar el portal a cero, algo que no ocurre desde hace meses; y recuperar la fiabilidad perdida en un mes caótico con Oltra. Excepto en el derbi, el plantel dio un rendimiento insuficiente ante Almería, Extremadura y Granada.
Aunque queden cuatro 'finales', la más importante es ésta. Una victoria abriría de par en par las puertas de la permanencia, daría validez al cambio de emergencia y dibujaría la mejor atmósfera posible para el duelo contra el Oviedo de la próxima semana. Todo lo que no sea puntuar obliga a mirar de reojo al derbi gallego del domingo (Lugo-Deportivo) y hasta a pedir favores al eterno rival en su partido en el Gran Canaria con el Majadahonda. Así que es normal que la incertidumbre presida las horas previas en Elche, donde vive el Tenerife entre el drama y la esperanza.