Por qué Miguel Concepción no ganó la Junta de Accionistas del CD Tenerife

Análisis sobre la última junta de Accionistas del CD Tenerife en la que Miguel Concepción volvió a ganar en accionistas pero no en acciones

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Miguel Concepción durante una Junta de Accionistas del CD Tenerife. / ElDorsal / @jacfotografo
Miguel Concepción durante una Junta de Accionistas del CD Tenerife. / ElDorsal / @jacfotografo
Fue una de las juntas más bochornosas que recuerdo. Concepción ganó en las votaciones, pero perdió en las formas. Me explico. Ante su más que probable incapacidad en la oratoria para hacer frente a los alegatos de los accionistas minoritarios indignados, optó el presidente por dar la callada por respuesta a aquellos que le hicieron sus ruegos y preguntas, que para algo -digo yo- figuraban en el orden del día.

He seguido con atención posiblemente todas las juntas de accionistas del CD Tenerife de los últimos 20 años. Empecé a seguirlas desde muy joven -incluso recuerdo las últimas que presidió Javier Pérez- y no es verdad, como así quiso dar a entender Concepción ante la prensa, que esta fórmula del silencio sea habitual en las asambleas del club. Más bien al contrario, al menos quien estas líneas escribe creció escuchando a sus mayores que la junta (y no el Heliodoro) era el foro adecuado para discutir y debatir sobre los asuntos capitales, y los no tan capitales, de la vida diaria del CD Tenerife.

Incluso en el faraónico Real Madrid -que no es SAD, pero tiene miles de socios- hemos visto en numerosas ocasiones a un incansable Florentino Pérez dando respuesta a todas y cada una de las sugerencias de los aficionados, por rocambolescas o estrafalarias que nos parezcan. Lo que debería ser una obligación es también una señal de respeto.

Concepción prefirió callarse porque no encontró nada mejor que su silencio ante el desagrado de sus accionistas, que en algún caso tuvieron que completar un titánico esfuerzo de recolección de acciones para poder juntar 115 y así presentarse en la asamblea. Pero el presidente -o quien le sugirió esta fórmula de hacer como que no oía nada- desairó mucho a los asistentes, que interpretaron desprecio y soberbia en su particular manera de 'ganar' la junta.

La mejor y más brillante intervención de todas fue la de Adrián Romero, aunque cierto es que halló más impacto en las redes sociales que en las crónicas de los periódicos. Bendito Twitter y bendita radio, que nos permitieron escuchar la fuerza y claridad de su discurso. "No entienda lo de hoy como una victoria, sino como el principio de su derrota", le dijo a Concepción a la cara. También le afeó el presunto control de los medios de comunicación a través de microespacios publicitarios a cargo del club o de la Fundación, asunto que también a quienes lo pergeñaron se les ha ido de las manos. Y de paso, ha retratado a los que de críticos han pasado a dóciles (sin escalas, como les recordó Romero).

Fue una junta llena de contradicciones. Porque el presidente puso el muy débil pretexto de que no quería alargarla para justificar que no quisiera responder a los accionistas; y luego en cambio reformuló las votaciones para eternizarlas en una tarde donde el interés no estaba tanto en el resultado numérico (se sabía de antemano cuál iba a ser), sino en las intervenciones de los protagonistas. De todas las de Concepción, la más esclarecedora vino cuando la junta ya había finalizado. Ante los micrófonos de los medios, confirmó que no se había enterado absolutamente de nada. Porque cree que con el apoyo de 345 (o sea: él mismo, Amid, Pelayo, Rodríguez Zaragoza, Amador y muchos otros de los que viven bajo su paraguas) puede seguir gobernando hasta el fin de los tiempos. Y según dijo, no descarta hacerlo incluso hasta 2026.

No obstante, el momento más bochornoso fue el de utilizar al asesor jurídico del club, que presuntamente debía servir a todos y no solo a Concepción, para exponer una tabla de Excel que pretendía tumbar una de las propuestas de Corviniano, al que el presidente se refirió siempre como "el accionista" (otra señal de desprecio). El ridículo fue tan espantoso que el letrado reculó, después de aclarar que no quería "orientar el sentido del voto de nadie". Pues menos mal.

Creyó el presidente que había salvado el día D y había ganado la junta cuando alguien de su guardia pretoriana le avisó de que su vergonzante silencio había tenido consecuencias graves. Javi Armas no daba crédito cuando se enteró por Twitter. El talante de Concepción había avergonzado y envalentonado a las peñas a partes iguales, así que le van a montar una huelga de no asistencia de público al Heliodoro Rodríguez López. No sé si saldrá bien o mal, si es lo más apropiado o lo más nocivo. Solo sé que no juzgaré que a nadie. Y que aquellos que critican gratuitamente (o tal vez a petición de la triple A) la decisión que han adoptado las peñas no se han parado a pensar que estos seguidores que secundarán la protesta van a renunciar a lo más sagrado para ellos: su butaca en el Heliodoro y su compromiso semanal con el CD Tenerife. No es porque lo quieran poco; es que lo quieren tanto que ya no saben que hacer... para que Concepción entienda -alto y claro- que están hartos. Que su prepotencia y su silencio no les representa.

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