Tribuna Alta: 'La cojera de todos', por Manoj Daswani

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La cojera de Aitor nos duele a todos. No es tan solo una cuestión de empatía, porque nos ponemos en su lugar e intuimos lo que se siente. No, no es tan solo eso. Es una cuestión de cuidar la imagen del club en el exterior, de ajustar los pequeños detalles, de que esté el Tenerife a la altura del Tenerife.

La grabación de un videoaficionado revelaba este lunes que salió Aitor del hospital solo y dolorido. Pero es que luego el testimonio de algunos de sus compañeros me confirma que están acostumbrados a vivir situaciones sonrojantes y penosas como lo fue ésta. Tan sorprendente que roza el espanto.

El club por dentro es un desorden lamentable. No hay quien dirija ni ponga tino en un día a día caótico. En Navidades, hasta el director del área social tuvo que disfrazarse de mascota para acompañar a los futbolistas a la tradicional visita a los niños ingresados.

Me imagino la sensación de disgusto que hoy recorre a los empleados a los que el Tenerife de verdad les importa. A los otros, a los que viven instalados en la apatía, les preocupará más el qué dirán. Pero para evitar que les señalen más fácil sería que no diesen lugar a estos episodios surrealistas y lamentables.

Es triste que vengan futbolistas nuevos (como Mula, que denunció sin querer el estado lamentable de algunas instalaciones) y nos confirmen con su relato lo que los periodistas más críticos y hastiados con este régimen ya sabíamos de sobra: que vive el Tenerife anquilosado en el pasado, en blanco y negro como el pensamiento de algunos de sus dirigentes. Pero qué esperar de quien no se puede esperar nada. De Juan Amador, que maneja el club como si aún estuviésemos en la centuria pasada. O de Pedro Rodríguez Zaragoza, quien se queja de que le critican por nada. Y así es. Porque justamente es eso lo que ha hecho desde que llegó. Nada. Por no hablar del jefe de Comunicación, que de censura y vetos entiende más que de sensatez.

El caso es que todavía hoy, en pleno 2018, habrá quien piense que ejercer la crítica es arremeter contra el club y perjudicar al Tenerife. Lo nocivo es precisamente lo contrario. Callarse ante la vergüenza y no denunciar que están desfasados. Que el departamento de los pequeños detalles lo tienen cerrado. Por desidia. Igual que los oídos para escuchar que caminan en el sentido inverso al de la coherencia y la cordura. Como los cangrejos, siempre hacia detrás.