Tribuna Alta: 'La pregunta', por Manoj Daswani

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manoj daswani, cadena ser, campeones de todo
manoj daswani, cadena ser, campeones de todo

Me pregunto estos días -y ahora lo hago también en voz alta- si en los despachos del Heliodoro Rodríguez López hay tiempo y espacio para la autocrítica. Es decir, si aparte de llamar a los directores de los periódicos para suplicar un trato favorable y que no aticen a Rodríguez Zaragoza; si al margen de redactar comunicados exculpatorios -como el emitido este miércoles para presentar excusas a los abonados-, si más allá de ejercer vetos incomprensibles y censuras absurdas, azuzar polémicas, instalarse desde hace años en la más lamentable de las antipatías, hay resquicio alguno para que hagan autocrítica.

Y si realmente no tuviesen margen, si no tienen ni un momento Javi Armas Padilla, Juan Amador y compañía para hacer el más mínimo ejercicio introspectivo y detectar sus equivocaciones de trazo grueso, me conformaría al menos con que encontrasen cinco minutos para buscar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Por qué el año pasado había armonía, concordia y paz... y por qué este año no?

Más allá de los resultados de una temporada y otra, las diferencias son ostensibles entre la dirección sensata de Víctor Pérez Borrego y ésta otra de Pedro Rodríguez Zaragoza, a quien han ordenado silencio. "Son dos estilos diferentes y el primero era más cercano al aficionado", resumía esta semana el portavoz de las peñas en la antena de la SER. Las diferencias abruman. Y habrían de sonrojar a más de uno. El mero hecho de que silencien al portavoz del club es una contradicción en sí misma.

"Es que Borrego filtraba noticias a la prensa y así los tenía contentos". "Es que Borrego se puso a colocar las cartulinas de un mosaico para así tener contentos a los peñistas". "Es que Borrego también cometía errores". Son las argumentaciones pueriles, facilonas y mentirosas que escucho con frecuencia a algunos de los trabajadores (¿trabajadores?) de un club que aún hoy vive ajeno a la sociedad que le rodea. Triste pero cierto, esta tendencia creciente a alimentar excusas -que no hacen pie- en realidad no basta para disimular o esconder el verdadero y gran problema de los altos cargos de la institución: la desidia. Hacen todo tan al trancazo que producen antipatía en una afición que ansía un club más cercano, con más tacto, más proclive a la concordia. "Juntos somos más fuertes", enuncia Concepción. Pues bien, no estaría de más que se lo aplicasen sus propios empleados.