Un debut ridículo y un culpable único en el CD Tenerife

Manoj Daswani opina sobre la actualidad del CD Tenerife, deportiva e institucional, tras la derrota ante el Málaga

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Concepción CD Tenerife
Concepción CD Tenerife
El día que Miguel Concepción se puso a jugar a director deportivo, alguien le advirtió de que su osadía suponía estos riesgos. Tres semanas después del despido improcedente de Aritz López Garai, el CD Tenerife ha dejado de ser competitivo a domicilio -lo de Gijón fue un bendito accidente- y ha sufrido una extraordinaria involución respecto al tramo inicial de la temporada. Antes no había resultados; ahora, tampoco juego ni continuidad argumental ni tan siquiera chispazos.

En Málaga, el equipo firmó una actuación decepcionante. Perdió con claridad, pero es que no hubo ni la más mínima esperanza de que el partido pudiera empatarse. Tan preocupantes fue el resultado como la puesta en escena, en la cual se echó en falta el efecto champán que casi siempre acompaña los bailes de banquillo.

Concepción es culpable. No solo porque sea el que más manda; también porque esta vez se echó al lomo toda la responsabilidad de una decisión incomprensible: primero el despido del entrenador después de un convincente partido con el líder y luego la extrañísima espera de dos semanas para elegir un recambio de presuntas garantías. Desde entonces, el equipo ha sumado dos derrotas en tres partidos y se ha metido en serios apuros clasificatorios -ya está en descenso- a solo dos semanas del parón invernal.

Poca culpa cabe imputársele a un Baraja recién llegado, aunque fue descorazonador ver a los delanteros desconectados y la banda izquierda convertida en autopista para el rival, que se encontró en el representativo un chollo perfecto cuando más lo necesitaba. Seamos serios: era arriesgadísimo y muy peligroso agitar tanto el Tenerife por dentro con tres entrenadores en idéntico número de semanas, otros tantos estilos bien diferentes el uno del otro y, lo más inexplicable, que el Pipo aterrizara a tan solo tres días de un viaje a la Península para jugar un partido trascendental como el de este viernes. Así que el resultado fue tan decepcionante como lógico. Como si Concepción se hubiese aferrado a su manual de cómo hacerlo todo mal, de momento lo está cumpliendo a rajatabla.

P.D. Señalar al presidente de un club de fútbol como responsable o culpable de una gestión desconcertante no es delito ni nada que se le parezca. Tampoco lo es hacer lucir pancartas, protestar, silbar, quejarse. Acorralados en la desvergüenza, el coro de los subvencionados por el presidente no ha encontrado otra ocurrencia esta semana que introducir en el debate algunos términos que aquí no voy a reproducir por respecto a los lectores. Buscan emponzoñarlo todo y no merecen otra cosa que el sonrojo infinito que sufren estos días.

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