El CD Tenerife cambia, en pequeños pasos y no sabemos si acertados pero cambia. Los fichajes son anunciados en la red social Twitter a golpe de adivinanza, las pretemporadas pasaron de ser en La Palma a ser en Marbella y el nuevo técnico, Joseba Etxeberría, pondrá una cocina para desayunar antes de los entrenamientos todos juntos.
Lo que no cambia el equipo blanquiazul es un valor muy importante en el deporte en general y en el fútbol en particular: La sensibilidad. El ser agradecido con quien ha llevado como en este caso el escudo en la piel. Hablamos de Vitolo. Posiblemente el jugador tinerfeño que ha vestido la camiseta del Club Deportivo Tenerife y que más lejos ha llegado: Primera División, jugar la Champions League... se le quedó en el tintero de los sueños no cumplidos el hecho de jugar con el equipo de su tierra, el que tanto ama, en Primera en esta segunda etapa que vivió en la Isla.
Su nuevo destino está por elegir y una parte de la afición blanquiazul se ha quedado huérfana de una despedida como merecía el centrocampista canario, más allá de su adiós en redes sociales.
Una situación paradójica se ha vivido en el Tenerife esta semana. Cuando todo apuntaba que Malbasic se iría fue Villar el que dio el portazo para recalar en las filas de Osasuna. Villar si tuvo su momento. De decir adiós en la sala de prensa del Heliodoro, de explicarse, de desearle lo mejor al CD Tenerife, incluso de desear que el fichaje de Naranjo se completara, algo que ya se ha cumplido.
No nos engañemos. Villar habló en sala de prensa ante los medios no porque quiso, sino por quitarle el 'marrón' a Alfonso Serrano de decir que se iba una de las piezas fundamentales del equipo. Ahí el club si abre las puertas de la sala de prensa del Estadio, para guardarse las espaldas, para quedar bien, en cambio para despedir a un símbolo dentro y fuera, no olvidemos las acciones solidarias que hace Vitolo en Canarias, no. Así funciona el CD Tenerife, y así seguirá funcionando hasta que no tenga una filosofía de club grande.
