Cristina Figueroa Domecq, profesora en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), lidera la investigación del proyecto europeo Just Tourism Destinations y coordina iniciativas relacionadas tanto con la justicia social como con el turismo responsable.
Esta semana viajará hasta Fuerteventura con el objetivo de participar en el VII Congreso de innovación y sostenibilidad en la gestión turística que tendrá lugar en el hotel R2 Río Calma. Se trata de un evento organizado por el Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
Allí llevará a cabo una conferencia con la que pretende aportar un concepto que trasciende la sostenibilidad tradicional. La investigadora concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona sobre el futuro del sector, las condiciones labores, la tasa turística o la pérdida de identidad que han experimentado las grandes ciudades con el paso de los años.
[Pregunta] Estos días hemos visto cómo en Barcelona ha habido protestas contra la masificación y el efecto que tiene sobre los precios de la vivienda. Además, en Canarias hemos tenido tres grandes convocatorias en un año para salir a la calle a pedir un cambio de modelo donde la sostenibilidad o las condiciones laborales también han formado parte de las quejas. ¿El turismo es el peor de nuestros males?
[Respuesta] Me encanta que me hagas esta pregunta [ríe]. Yo llevo investigando en temas de turismo más de 20 años. Una de mis grandes frustraciones es que el turismo en sí se ha convertido en una pelota que distintos entornos políticos se pasan unos a otros. Tengo la sensación de que el turismo, que es una gran industria con sus luces y sus sombras, se ha politizado y se utiliza para cuestiones que muchas veces no tienen nada que ver con la realidad.
¿A quién debemos pedir responsabilidades?
El turismo puede llegar a ser un problema, pero no creo que sea cosa ni del visitante, ni de la empresa, ni de la actitud de los grandes operadores. Es la relación que se ha establecido entre todos los actores dentro del destino que no hemos sabido gestionar adecuadamente entre todos. No diría que el turismo es el problema, es una de nuestras fuentes de riqueza más importantes. Ya no solo económica, también social, cultural.
¿Cree que el sector lo comparte?
La semana pasada estuve en una reunión donde había alcaldes de municipios muy turísticos como Benidorm, Arona, Adeje, etc. Todos estaban de acuerdo en que se debe trabajar para mejorarlo. Para mí el turismo no es el gran mal, sino que no lo hemos integrado y no hemos sabido adaptarnos a lo que ha llegado.
Parece que el modelo de todo incluido se cuestiona incluso desde la parte empresarial. En su momento, respondió a una forma de hacer turismo que cada vez se solicita menos, pero el sol y playa sigue siendo el rey. ¿Llegará un momento en el que deje de ser rentable?
Creo que el turismo de sol y playa sigue generando beneficios. Es verdad que hay muchísimos destinos de interior, como por ejemplo Madrid o Sevilla, que están creciendo muchísimo, están atrayendo muchísimos a turistas que buscan experiencias. Parece que cuando hablamos del turista hablamos del otro. Pero la realidad es que nosotros somos turistas en muchísimas ocasiones.
¿Y cuáles son algunas de las prioridades que tienen los turistas?
Buscamos experiencias, es una de las razones por las que España es un destino turístico y todos estos municipios están muy demandados porque tenemos la capacidad de acogerlos con una industria hotelera muy potente. Pero si quieren salir del hotel, también tienen unos atractivos increíbles a niveles paisajísticos, culturales y sociales.
Después de la pandemia, el mundo fue testigo de un boom donde mucha gente empezó a viajar tras casi dos años esquivando a la COVID-19. Parece que la tendencia, aunque se ha estabilizado, no ha desaparecido. Sin ir más lejos, la isla de Tenerife recibió en 2024 más turistas que Brasil o el doble que Australia. ¿Hasta qué punto es posible conseguir que los destinos turísticos sean realmente justos? ¿Estamos preparados?
Ahora mismo no estamos preparados. Creo que el paradigma en el que se ha desarrollado el turismo en los destinos hasta ahora ha mejorado muchísimo. Uno de los temas de los que hablaban la semana pasada los alcaldes es que no es lo mismo un municipio que un municipio turístico porque reciben más turistas de los residentes que tienen.
¿Eso complica un poco las cosas?
No hay que dejar de poner en valor el gran trabajo que han hecho todos estos municipios para atraer a tanta gente. Estamos con un proyecto europeo que se llama Just Tour y que está en España, Escocia y Suecia; y creo que se debe generar un decálogo de cuestiones básicas que tienen que desarrollar los municipios basadas en la transparencia, la comunicación, la innovación y la cooperación.
¿El contexto es adecuado?
España es un lugar fascinantemente complejo. Tenemos una estructura administrativa donde los territorios son importantes, donde cada competencia se desarrolla desde un ámbito territorial diferente y lo que está fallando es la coordinación entre entre todas las administraciones. También la comunicación con el residente, que entienda qué se está haciendo y se sienta escuchado.
¿Y cuál es la clave para que haya armonía entre todos los actores? Porque por un lado están los ciudadanos que protestan, después tenemos a los visitantes y por último a la clase empresarial, que es la que vive de este negocio. ¿Cómo se puede conseguir que llueva a gusto de todos?
Me encantaría dar con la clave. No hay una única solución, es muy complicado. Considero que es muy importante invertir en tecnología y en información. Tratar de captar información que nos ayude a tomar decisiones más adecuadas para los destinos en temas de movimiento, de estructuras o de impulsar todo el tema de ordenación urbanística como transportes y sanidad.
La vivienda es otro tema que suele salir a relucir.
También luchar contra todo el tema de vivienda turística ilegal, flaco favor está haciendo a todos los municipios y a sus residentes. Hay que mostrar a la gente joven las bondades del sector, porque no podemos negar que somos un un país turístico y la gente ya ni siquiera quiere estudiarlo en la universidad. El turismo está perdiendo su capacidad de atracción de talento.
¿Desde la perspectiva económica cuál es la solución? Se lo pregunto porque, a pesar de que los ingresos hoteleros aumentan, ni los trabajadores ni la ciudadanía en general tienen la impresión de que repercuta en su poder adquisitivo. Además, la pobreza en comunidades como Canarias o Andalucía, parece crónica.
Una de las principales cuestiones es darnos cuenta de las grandes inversiones porque, por ejemplo, estábamos participando también en un informe que están haciendo desde RTVE sobre el tema de la rentabilidad del sector hotelero, que no es especialmente elevada, y su crecimiento.
¿Cuál es la radiografía?
Sí es cierto que se está aumentando la rentabilidad y los precios. Pero es que el sector hotelero, y eso lo dice un informe de Exceltur, ha incrementado la inversión en infraestructura de una forma enorme en 2024. Eso ha llevado a que cada vez tengamos más hoteles de cuatro y cinco estrellas. Ese tipo de cuestiones la ciudadanía las desconocerá.
¿Qué me dice de los salarios en el sector?
Debo decir que estoy de acuerdo, tenemos que atraer talento. El sector turístico está perdiendo la batalla de demostrar las cosas positivas que se están haciendo, pero si no ofrecemos unas condiciones económicas y de bienestar mejores a nuestros empleados, no querrán seguir aquí. Así es imposible desarrollar un gran sector que hemos desarrollado en el pasado.
¿Queda trabajo por hacer?
El sector turístico en general tiene que mejorar las condiciones de sus empleados. En mi generación, cuando salíamos a trabajar, lo hacíamos en un entorno muy complejo donde el milagro era tener un empleo. El objetivo de los chicos de ahora, y me parece bien, es tener una buena relación entre su vida tanto personal como laboral. Y en el sector turístico ahora mismo no lo consiguen. Mejorar las condiciones es un asunto pendiente.
¿La tasa turística es una buena alternativa?
Lo que están diciendo los destinos es que la tasa turística en sí no es negativa. El problema es que muchas veces no revierte en el mismo destino. Estás recaudando unos impuestos en una zona en un municipio turístico y luego ese lugar no ve que esos impuestos se estén utilizando de forma transparente y que la gran mayoría no se están utilizando en el destino está sufriendo esa gran presión del turismo. En Baleares la gente se está quejando mucho, porque no ven el efecto positivo de esta tasa.
Otro asunto que genera cierta controversia es cómo las ciudades se han vuelto cada vez más parecidas por la presencia de marcas multinacionales al mismo tiempo que los negocios locales desaparecen. A veces cuesta diferenciar una calle comercial de Madrid, Barcelona o París. ¿Tienen cierta responsabilidad estas empresas internacionales que al final puede repercutir en el trabajo de los comercios locales que muchas veces se ven abocados al cierre en zonas muy masificadas?
Para mí es fundamental aquí el concepto de autenticidad, pero no podemos olvidar que eso es una labor que debemos hacer también nosotros como ciudadanos. Tenemos que hacer un esfuerzo por no olvidar y no dejar de apoyar lo que nos caracteriza como personas en un entorno determinado dentro de nuestra ciudad.
Estoy totalmente de acuerdo en que estas grandes corporaciones, de alguna manera, homogenizan cada uno de los destinos. Esto lleva 50 años produciéndose, estamos hablando de la globalización, pero ahí yo creo que no podemos olvidar la responsabilidad que tenemos.
¿A qué se refiere?
La ética no solo debe aplicarla las empresas, sino todos y cada uno de nosotros en nuestras decisiones. Yo personalmente trato de ir a aquel lugar pequeño de toda la vida que ofrece un servicio increíble, que todavía consigue mantener su personalidad.
En redes sociales es habitual ver publicaciones que se hacen virales de turistas sobrepasando los límites y cometiendo, en ocasiones, atentados medioambientales. ¿Instagram, Tiktok y X son un reflejo de la realidad o solo un espejismo?
En España recibimos casi 80 millones de turistas. Tienen distintos segmentos de edad, nacionalidad, o con un bagaje cultural muy diferente. No es lo mismo ser un turista chino, uno español o uno francés. Valoramos unas cosas u otras, lo cual genera una riqueza increíble. En cuanto a Tiktok e Instagram, están teniendo un efecto muy importante en la gente joven y no siempre positivo.
¿Dónde está el principal hándicap?
El problema no es el tipo de turismo que pueden estar potenciando con ese tipo de acciones a través de vídeos, sino una forma de vivir. El problema de nuevo no es el turismo, sino la manera en la que estamos viviendo y eso se está reflejando en el tipo de turismo que hacemos. Ante ese tipo de comportamiento, evidentemente hay que emprender acciones legales y de control de determinados espacios.
