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Economía

¿Por qué Canarias continúa con un alto porcentaje de pobreza a pesar del boom turístico?

El economista Juan José Hernández explica que las principales causas son los problemas estructurales, la falta de gestión de los fondos y el dilema de la redistribución de la riqueza

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Canarias es la segunda comunidad con peores tasas de riesgo de pobreza y exclusión social / EFE

Canarias se vuelve a posicionar entre las comunidades autónomas con peores datos en cuanto a riesgo de pobreza, solo por detrás de Andalucía. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) basados en la tasa Arope, el 33,8% de la población del Archipiélago está a los límites de la pobreza. Un dato que quizás puede sorprender si se compara con la gran recuperación turística que han vivido las Islas y los ingresos que ha generado el sector. ¿Por qué se puede estar produciendo esta situación tan dispar?

Juan José Hernández, gerente del Colegio Economistas de Santa Cruz de Tenerife, explica a Atlántico Hoy la situación que sufre Canarias y el por qué de que no haya una mejora en la vida de los canarios, a pesar de los ingresos que genera el turismo. ¿La principal razón? Los problemas estructurales. 

Sistema económico tercerizado

Para el economista, la noticia del índice de riesgo de pobreza y exclusión social en las Islas es “cíclica”, pues a pesar de que se presenten ciertas mejoras, como la reducción de la tasa de pobreza severa, se repite la misma situación, “siempre igual, rumiando el mismo dato desde hace décadas”. Y no, “no se trata de una maldición divina”, aclara Hernández, “sino de una mala estructura”. 

Estos problemas estructurales son “los que acrecientan la brecha de pobreza”. El primer factor que se detecta en este sentido es el sistema económico que prevalece en el Archipiélago. “Nos hemos especializado, sin querer o queriendo, en un sector que lo que provoca es masificación de gente que viene de fuera” y “puestos de trabajo pocos cualificados” que conducen a que “las personas formadas aquí se vayan para fuera en busca de oportunidades”. 

"Trabajar ya no te asegura no ser pobre"

Hernández ejemplifica la situación actual de las Islas, tanto en empleo como en vivienda, con la demanda de camareros en hostelería: “No es que no haya camareros disponibles, es que ya nadie quiere tragar y aceptar contratos precarios a media jornada donde termina trabajando 12 horas al día para cobrar 1.200 euros y pagar un alquiler de 800 euros”. 

Este ejemplo refleja que “trabajar ya no te asegura no ser pobre”, apunta el experto, pues parte de la población no puede afrontar gastos como que se le rompa la lavadora o, incluso, comprarle unas gafas a sus hijos si las necesitan. “Ese niño que no ve empieza a tener problemas de atención en la escuela y, por así decirlo, estamos perpetuando en la situación económica, en las posibilidades de promoción de un niño de apenas 10 o 12 años”. 

Falta de gestión de los fondos europeos

Se plantea así qué ocurre con el dinero que se ingresa en el Archipiélago por el gasto de los turistas, las partidas presupuestarias de los fondos europeos que recibe Canarias o las ayudas con las que cuenta. ¿No sirve para nada? Hernández señala que es la propia Unión Europea la que ha indicado que “ya no es cuestión de dinero”. 

Por mucho que “hayan llegado ingentes cantidades de recursos por parte de la Comisión Europea”, expone el economista, la resolución de un informe del Parlamento Europeo recoge que “Canarias, lejos de mejorar, empeora” y la comunidad autónoma vuelve a presentar una de las rentas medias más bajas, lejos del objetivo europeo. Aquí surge el segundo factor que explica las circunstancias económicas de las Islas: “la falta de gestión”. 

Medidas políticas

Entra el juego entonces las políticas de pobreza que se están confundiendo con medidas paliativas, según Hernández, por lo que funcionan como un parche en lugar de resolver el problema. “Se repiten los problemas estructurales, se emplean las mismas soluciones de siempre y esto no está sirviendo de nada”, sentencia el experto. 

Hernández se pregunta entonces si “¿existe la voluntad de arreglarlo? Porque dinero para ello hay”. Como economista no tiene un plan mágico para solventar esta situación, pero sí que se mantiene inquieto ante la necesidad de buscar otros métodos, salirse de lo que se lleva “haciendo décadas” y alejarse de ese pensamiento de “llevar con nosotros el escapulario de comunidad en riesgo de pobreza, aceptando que es así”.