No todos los caminos en Canarias llevan al mar. Algunos discurren entre riscos, barrancos y formaciones que narran la historia de los primeros habitantes de las islas. Senderos que parecen sacados de otra época y que, al recorrerlos, permiten no solo disfrutar de paisajes únicos, sino también tocar con los pies episodios decisivos del pasado.

Uno de estos caminos conduce al visitante a un entorno marcado por la resistencia aborigen frente a las tropas castellanas en el siglo XV. Una ruta que guarda el encanto de lo natural y lo histórico en un mismo recorrido.

La ruta de La Sorrueda

Se trata del sendero que une Santa Lucía de Tirajana con La Fortaleza, pasando por el barrio de La Sorrueda y su presa. El recorrido, de unos 9 kilómetros, parte desde el casco de Santa Lucía, atraviesa el Llano de la Piedra y desciende hasta la zona del cementerio para luego continuar hacia el embalse.

El trayecto conduce hasta la Fortaleza Grande, un lugar clave de la historia canaria donde los isleños resistieron hasta el final la conquista castellana. Una vez en lo alto, el caminante atraviesa una cueva natural que permite cruzar al otro lado de la montaña, un punto culminante del recorrido.

Naturaleza y arqueología

El sendero no solo es un viaje en el tiempo, también es un espectáculo de naturaleza. La ruta bordea la Fortaleza Chica y ofrece vistas únicas sobre la caldera de Tirajana y el barranco que atraviesa la zona. La flora autóctona, con tabaibas, cardones y palmeras, acompaña en el trayecto.

Además, el entorno está cargado de valor arqueológico. La Fortaleza Grande es considerada uno de los yacimientos más importantes de la isla, escenario de la rendición definitiva de los canarios ante las huestes castellanas en el siglo XV. Caminar aquí es hacerlo sobre un terreno que guarda la memoria de la resistencia indígena.

Una experiencia completa

El regreso al casco histórico de Santa Lucía se realiza por un sendero paralelo a la carretera general, cerrando un recorrido circular lleno de contrastes: historia, paisajes de gran belleza e impresionantes panorámicas sobre el interior de la isla.

Por su mezcla de valor cultural y riqueza natural, esta ruta se ha consolidado como una de las más atractivas de Gran Canaria, ideal para quienes buscan un sendero de dificultad moderada pero cargado de simbolismo.