En Canarias, un rincón del mundo guarda uno de los ecosistemas más antiguos del planeta. Se trata de una selva húmeda que ha sobrevivido a glaciaciones, sequías y cambios climáticos extremos, permaneciendo como un vestigio vivo de lo que fue el paisaje mediterráneo hace millones de años.
Este bosque, denso y misterioso, no solo sorprende por su antigüedad, sino también por el papel clave que desempeña en la conservación de especies endémicas y en la regulación hídrica de su entorno. Reconocido por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, es hoy un orgullo natural del archipiélago canario.
La laurisilva canaria
Este ecosistema es la laurisilva, también llamada monteverde, una formación vegetal propia de la Macaronesia que se conserva en islas de gran altitud y clima húmedo. En sus senderos se encuentran especies como laureles, viñátigos, acebiños, tilos, mocanes, brezos o palo blancos, que prosperan gracias a la humedad que genera la conocida lluvia horizontal.
La laurisilva es un relicto de los bosques terciarios que cubrían la cuenca mediterránea hace 20 millones de años. Desaparecieron en la mayor parte del mundo por el avance del clima desértico, pero en Canarias han logrado sobrevivir gracias a las condiciones orográficas y a la influencia de los alisios.
Los Tilos, en La Palma
El mayor exponente de este ecosistema se encuentra en la isla de La Palma, concretamente en la Reserva de la Biosfera de Los Tilos, al noroeste de la isla. Declarada por la UNESCO en 1983, fue la primera zona del archipiélago en recibir esta distinción. En sus inicios protegía 511 hectáreas de la finca El Canal y Los Tilos, pero hoy se extiende a 13.420 hectáreas repartidas entre Barlovento, San Andrés y Sauces, Puntallana y Santa Cruz de La Palma.
Dentro de este espacio confluyen cuatro áreas naturales protegidas: la Reserva Natural Integral del Pinar de Garafía, la Reserva Natural Especial de Guelguén, el Parque Natural de Las Nieves y el Sitio de Interés Científico del Barranco del Agua.
Senderos emblemáticos
Entre los recorridos más conocidos están la Cascada de Los Tilos y el sendero de Marcos y Cordero, aunque en ocasiones se encuentran cerrados por labores de conservación. Como alternativa, el Cubo de La Galga, dentro del Parque Natural de Las Nieves, es la mejor opción para disfrutar de este bosque milenario.
El sendero del Cubo de La Galga ofrece dos modalidades: una ruta circular por la zona más frondosa de la laurisilva o una más extensa que conecta con el mirador de San Bartolomé y continúa hasta Puntallana o San Andrés y Sauces. Con unos 12 kilómetros de recorrido y un desnivel de 750 metros, es accesible para senderistas con preparación media.
Naturaleza viva y protegida
Caminar entre la niebla, el frescor y la espesura de estos árboles es una experiencia que muchos comparan con adentrarse en un decorado de Parque Jurásico. Sin embargo, más allá de la sensación cinematográfica, la visita recuerda la importancia de preservar un ecosistema único, que no solo guarda biodiversidad, sino que asegura el equilibrio hídrico de toda la isla.
El bosque de Los Tilos es, en definitiva, un tesoro natural que combina historia, ciencia y belleza, y que convierte a La Palma en referente mundial de la conservación ambiental.
