Hay ciudades que cambian a golpe de hormigón, y otras que lo hacen con pasos lentos, casi imperceptibles. San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, pertenece a la segunda categoría. Su transformación no se ha medido solo en metros de asfalto, sino en el ritmo de sus calles, en el sonido de las tazas de café en las terrazas y en la ausencia de motores donde antes reinaban los coches.
Esa evolución, que lleva más de dos décadas gestándose, ha sido capturada recientemente en un vídeo de @vulkanarias en TikTok, donde muestra cómo ha cambiado la ciudad desde los primeros años de su peatonalización hasta hoy.
Del tráfico al paseo
En el vídeo se comparan imágenes de Google Maps de 2004 y 2024, revelando un cambio radical: calles que antes estaban colapsadas por el tráfico hoy son espacios abiertos al peatón. Ejemplo de ello es la calle Marqués de Celada, que ha pasado de ser una vía exclusivamente de vehículos a una zona de ocio y restauración muy popular.
También se observa la transformación de la plaza del Adelantado, donde el entorno histórico convive ahora con el edificio de los juzgados, o la desaparición de coches aparcados en arterias del casco antiguo que hoy albergan terrazas de bares y cafeterías.
Patrimonio y peatonalización
La peatonalización del casco histórico de La Laguna no fue un hecho aislado, sino una consecuencia directa de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. A raíz de este reconocimiento, se aprobó el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico (PEPCHLL), que fijó las normas para preservar el trazado original y proteger su patrimonio arquitectónico.
Este plan se convirtió en la base del proceso de transformación urbana que ha marcado el desarrollo de la ciudad en las últimas dos décadas, con una meta clara: priorizar al peatón y recuperar el carácter histórico y habitacional del casco.
@vulkanarias Transformación urbana de La Laguna, qué opinas?
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Por qué se peatonalizó
El centro histórico de La Laguna, fundado en 1496, es una de las pocas ciudades coloniales no amuralladas que han mantenido su trazado urbano original. La peatonalización surgió como una estrategia para:
- Proteger el patrimonio histórico de la presión del tráfico.
- Reactivar el comercio local y el turismo.
- Mejorar la calidad de vida de los residentes y favorecer una movilidad más sostenible.
Lo que comenzó como una medida urbanística se ha convertido en una nueva forma de vivir la ciudad, donde caminar por las calles empedradas es también una forma de conectar con su historia.
Los primeros pasos
Durante la década de 2000, la aprobación del PEPCHLL marcó el inicio de las primeras obras de peatonalización. Aunque el proceso generó debate entre defensores de una transformación total y quienes apostaban por una aplicación gradual, finalmente se implementaron las primeras intervenciones en La Carrera y Herradores, dos de las calles más emblemáticas del centro.
Esas actuaciones abrieron el camino para un modelo urbano centrado en el peatón, que con el tiempo se consolidó como seña de identidad lagunera.
Ampliación de zonas peatonales
Ya en la década de 2010, las obras continuaron con distintas fases de mejora y proyectos de reurbanización que superaron los dos millones de euros en algunos tramos. A partir de 2022, el Ayuntamiento intensificó el proceso, incorporando nuevas vías al entramado peatonal.
Entre los hitos más recientes destacan la transformación de las calles Alcalde Suárez Melián y Bencomo (2022), Juan de Vera (2023) y el inicio de la reurbanización de Heraclio Sánchez, donde se ensayaron soluciones de urbanismo táctico para reducir el tráfico antes de realizar obras definitivas.
Un modelo sostenible
La estrategia municipal ha buscado no solo embellecer el centro, sino también reducir el tráfico rodado en las zonas de mayor valor patrimonial. En paralelo, el Cabildo de Tenerife impulsó el proyecto del Anillo Peatonal del Padre Anchieta, que incluye una pasarela para mejorar la conexión peatonal entre el casco y los barrios aledaños.
Este enfoque de movilidad sostenible ha contribuido a reforzar la identidad de La Laguna como ciudad patrimonial viva, donde historia y modernidad conviven en equilibrio.
