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Opinión

¿Adiós a 147 playas? No jodamos…

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Si Canarias fuera una empresa su principal activo sería su territorio, seguido de su población. Pero la región no es una compañía mercantil (y eso debería invitar a la reflexión), sino un espacio en el que habitan 2,2 millones de personas..

Si en algo debieran ponerse de acuerdo los diferentes partidos políticos canarios es en preservar sus dos principales tesoros: territorio y ciudadanos. No siempre sucede, no siempre son esas las primeras preocupaciones de unos líderes más ocupados por el tacticismo electoral cortoplacista que por diseñar estrategias de futuro.

Esta semana se ha conocido el exhaustivo estudio encargado por el Gobierno de Canarias a dos prestigiosas universidades sobre los efectos que tendrá en el archipiélago el imparable cambio climático que afecta al planeta. Y los resultados son, cuando menos, para echarse a temblar: las islas perderán territorio, tendrán afectaciones económicas y pondrán en riesgo una parte de sus actuales infraestructuras. No es algo que sucederá mañana, pero sí que acontecerá en un horizonte de 80 años, de aquí al final del siglo XXI.

El egoísmo generacional que nos invade nos hace olvidar que lo que hagamos hoy (o incluso lo que dejemos de hacer) es la herencia que vivirán nuestros nietos. Ocho décadas son tiempo suficiente para que, si no se adoptan medidas de choque, una parte de la evolución de muchas generaciones salte por los aires con los efectos de los cambios que la naturaleza ha puesto en marcha en virtud de la actuación del hombre sobre ella.

Pues nuestros nietos, de proseguir así, tendrán 147 playas menos en el archipiélago. Si, casi 150 playas que desaparecerán por el incremento previsible del nivel del mar. No solo les legaremos esa catástrofe, también los condenaremos a ser más pobres: un 11% menos de la riqueza actual de las islas en términos de producto interior bruto (PIB) se evaporarán.

El estudio es intenso, profundo y parece de indudable calidad científica. Suficientes argumentos para que nadie en su sano juicio se atreva a poner en tela de juicio unas predicciones que debieran llevarnos a la reflexión profunda. Hay que actuar desde todas las esferas, pública y privada, desde el individuo y como colectivos, para impedir que los peores augurios lleguen a tomar forma. Canarias no solo está condenada a la pérdida de una parte de su activo turístico, sino que incluso los incrementos de temperatura la harán menos atractiva para aquellos que han decidido trasladarse a residir en el archipiélago tomando como referencia su clima.

Está bien que el Gobierno haya puesto sobre la mesa el estado de la situación. En breve tendremos dos importantes elecciones: autonómicas y municipales. Veamos qué nos dicen los partidos políticos que quieren los ayuntamientos, los cabildos o el Ejecutivo regional sobre cuáles serán las actuaciones que pretenden llevar a cabo en ese ámbito. Será el primer termómetro para ver si se toman en serio el asunto, más allá de las buenas palabras o el buenismo con el que nos acostumbran a hablar del medio ambiente. Ya no va solo de eso, va de solidaridad con nuestros descendientes. No aceptarlo es, al final, ser unos egoístas de primer nivel