Lanzarote despierta con determinación. No busca solo turistas: persigue identidad, sostenibilidad y futuro. En el Foro Global Sur, el futurista vinculado a la isla Gerd Leonhard lo sintetizó con rotundidad: “El cambio no es gradual, viene de golpe”. Propuso un “impuesto para el futuro” para reponer en paisaje, cultura y agua lo que el visitante consume, y añadió: “El negocio tal y como lo conocemos está muerto o muriendo”.
Para La Geria, el economista y editor local Pablo Muzás reitera que preservar es avanzar con raíces. Defiende un turismo que fortalezca esa singular tierra de viñedo volcánico sin borrar su memoria, superando los falsos mitos del crecimiento a cualquier precio. Lo hace desde Lanzarote Futuro, evocadora denominación.
Compromiso institucional y gestión del agua
En el plano institucional, Oswaldo Betancort, al frente del Cabildo, retoma el legado de Manrique con actos, no solo palabras. Ha activado el PIOT, paralizado camas turísticas caducadas y reforzado la normativa ambiental. Su mensaje es certero: el bienestar de Lanzarote y de su ciudadanía está por encima de la polisemia del ruido político.
Pero el reto más urgente es, sin duda, el agua. La isla sufre fugas de más del 60 %: 17,5 millones de metros cúbicos se pierden cada año, más de lo que producen dos de sus tres desaladoras. Concesión al madrileño Canal de Isabel II en 2013, que resultó un fracaso: inversiones a medias, infraestructuras deterioradas, cortes frecuentes. La reversión del contrato —liderada por Cabildo y Consorcio del Agua— es una decisión estratégica para garantizar un servicio eficiente, público y transparente. Que pague Díaz Ayuso.
Salvaguardar la circunstancia
Aquí cobra vida la frase de José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Preservar nuestra circunstancia —agua, paisaje, historia— es salvarnos. Lanzarote no puede progresar sin resolver este pilar esencial de su vida colectiva.
El desafío es colosal: ser isla verde (por ecológica, lo del color es otra cosa…), digital, humana y consciente. Es alentador su impulso, pero exige unidad institucional. No hay margen para el debate estéril: se requieren decisiones firmes, coordinadas y libres de ego.
Camino firme hacia la sostenibilidad
Lanzarote ya camina firme hacia un modelo sostenible en el que resultan imprescindibles tres elementos: agua segura, proyección global y arraigo local. Esa voluntad no solo es buena para Canarias, constituye un ejemplo para toda España.
Cuando una isla pequeña alza la cabeza con responsabilidad y ambición, nos recuerda que un territorio puede volverse paradigma. Eso es, sin duda, una gran noticia.
