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Opinión

A la banca le toca pasar por caja

En los últimos años, los depósitos bancarios han ofrecido una rentabilidad cada vez menor, lo que ha llevado a muchos ahorradores a buscar alternativas para obtener mejores rendimientos

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Un cliente sacando dinero del cajero de un banco de España. / EFE

El IPC en Canarias subió el 5,8% en 2021 y otro 5,8% adicional en 2022. En dos meses de 2023 el acumulado anual está en otro 1,1% más. Esta subida de la inflación ha afectado al ciudadano medio de diferentes maneras: aumentando el coste de los bienes y servicios, descendiendo la rentabilidad de los depósitos bancarios y reduciendo el poder adquisitivo del dinero.

Hoy me quiero centrar en la relación que existe entre la subida de la inflación y la baja rentabilidad de los depósitos bancarios y cómo este binomio puede afectar significativamente el bolsillo del ciudadano medio en España.

En los últimos años, los depósitos bancarios han ofrecido una rentabilidad cada vez menor, lo que ha llevado a muchos ahorradores a buscar alternativas para obtener mejores rendimientos. A su vez, la inflación ha ido en aumento en los últimos tiempos, lo que implica que el poder adquisitivo del dinero disminuye a medida que los precios suben.

La relación entre la subida de la inflación y la baja rentabilidad de los depósitos es sencilla: cuando la inflación sube, el dinero pierde poder adquisitivo y, si la rentabilidad de los depósitos es baja, es probable que los ahorros no crezcan lo suficiente para compensar esa pérdida de valor. Es decir, los ahorradores pueden encontrarse en la situación de que sus ahorros no aumenten en la misma proporción que los precios, lo que se traduce en una pérdida real de valor de su dinero.

Por ejemplo, si una persona tiene ahorrado 10.000 euros en un depósito que ofrece una rentabilidad del 0,1% anual y la inflación es del 2%, al final del año su poder adquisitivo se habrá reducido en un 1,9%, lo que se traduce en una pérdida de valor de 190 euros. Si esta situación se prolonga en el tiempo, los ahorros pueden perder gran parte de su valor.

Además, la subida del Euribor también puede tener un impacto en la rentabilidad de los depósitos y, por tanto, en el poder adquisitivo del ciudadano medio. Cuando el Euribor sube, los bancos tienden a reducir la rentabilidad de los depósitos para mantener su margen de beneficio. Al fin y al cabo, el Euribor no deja de ser el tipo de interés al que los bancos europeos se prestan dinero entre sí. En otras palabras, si el Euribor sube para contener la inflación y no lo consigue, el efecto negativo es doble.
 
Ante esta situación, muchos ahorradores han optado por buscar alternativas de inversión que ofrezcan una rentabilidad más elevada y que puedan compensar la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación. Algunas de las alternativas más comunes son tener posiciones en fondos de inversión, la compra de acciones o la inversión en inmuebles. Sin embargo, estas opciones conllevan ciertos riesgos, y su principal diferencia es que su capital en estos casos no está garantizado.

¿Entonces la remuneración de los depósitos no crece en ningún sitio?

Mientras en otros países de Europa se ha acelerado la guerra entre los bancos por atraer los depósitos de los clientes, en España se mantiene esta situación de stand-by. Y es que las mismas entidades que aquí ofrecen rentabilidades cercanas a 0%, en otros países de la UE donde operan, ofrecen rentabilidades del 2-3%.

Y es que los hogares dejan de percibir casi 1.000 millones por los menores tipos de interés que paga la banca española frente a la banca europea. Si a esto sumamos los mas de 500 millones que dejan de percibir las sociedades no financieras, el total que se están ahorrando las entidades financieras en España por no remunerar los depósitos es de unos 1.500 millones de euros.

Es por ello, que ha llegado el momento para que el sector financiero español empiece a mojarse, ya que se está produciendo una fuga lenta pero continua de los depósitos bancarios. Los últimos datos de los que se tienen conocimiento, y que corresponden al mes de febrero, señalan que se retiraron 5.000 millones de euros en depósitos, que se suman a los 13.000 retirados en enero.

El dinero se está desplazando desde nuestros bancos físicos y clásicos españoles, por no ofrecer depósitos a sus clientes, hacia letras del tesoro y, sobre todo, hacia bancos de otros países de la UE donde los depósitos están garantizados igual que en España, pero que ofrecen rentabilidades en entornos del 3-4% anual o a dos años. Los bancos tienen que frenar esta sangría. A la banca le toca pasar por caja.

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