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Carmen Peña

Gasolina hay de sobra

Uf qué sofoco mija arrímate aquí padentro a la sombrita  –me dice la tendera desde la puerta mientras trajina tras el mostrador. Fui a regañadientes a hacer el mandado porque cada año me da más coraje el empujón a los precios que le meten hasta a lo más básico, gracias en parte a que el pueblito ahora es un enclave turístico masificado y aquí todos quieren sacar tajada. Con el apretón de beneficios que le mete cobrando a los del pueblo y foráneos por igual la doña, espero que le pague las letras pendientes a toda la familia y alguna matrícula de estudios, por lo menos. 

Aprovecho como desde chica, aunque ya no haya quien me regañe porque los euros los pongo del bolsillo, a comprarme algo para el camino y sin darme cuenta empiezo a lambiar el polo mirando la tele incrustada arriba a la derecha entre los estantes de gomitas, las pipas y los crucigramas, es difícil dejar de mirar “la caja boba” cuando estos días lo que ponen 24/7 es la evolución de todos los incendios en la península, qué penita tan grande, qué dolor ver arder tanta naturaleza, tanto pueblo vaciado, los lugares de la gente, qué impotencia. 

La cobertura mediática (como la de cualquier otra crisis últimamente) destaca por varias cosas: aprovechar para que vuelen los naifes políticos y veamos más minutos de opinólogos que de información veraz, lloritos de los políticos que han invertido en otras cosas que no en proteger al territorio y a su gente (prevención de incendios por ejemplo), un tira y afloja incansable de competencias e imágenes dolorosas y sensacionalistas de sufrimiento por lo que ocurre… Se nos está quedando un entorno mediático de lujo para echar gasolina a la crispación social y no sacar nada en claro.

Y como dice el refrán que cuando veas las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar, pienso bastante en que este verano en el archipiélago estamos escapando bastante bien del fuego, virgencita, virgencita que me quede como estoy, y que en años anteriores no hemos tenido tanta suerte, y digan lo que digan las fotos de RRSS todavía no tenemos los medios pro para hacer frente a la amenaza que suponen los incendios al archipiélago. 

Cuando los expertos en prevención explican una y otra vez que todo lo que se haga el resto del año es poco, que la inversión es mucho más eficiente cuando no todo está ardiendo ya, sino que hay que cuidar de las políticas del día a día en el campo y los espacios naturales, y los responsables políticos declaran que no hay suficientes medios para apagar el fuego, o que no saben coordinarlos porque solo están para la foto con las palas o achuchando a los bomberos a los que luego tienen en una situación laboral miserable, no puedo evitar pensar en todas las traslaciones políticas que evoca esta situación a muchos niveles en estos cachitos de tierra en la costa africana, en Canarias. 

Aquí hace tiempo que esta tierra está ardiendo y no solo por los volcanes, que la gente anda calentita y no por los calores del verano, nos sentimos en medio de ese incendio donde en la gestión constante de la crisis y la miseria vemos como todo arde alrededor y no vemos cómo quedará. Mientras el fuego avanza, la discusión parece que se centra en buscar la mejor marca de camión (o el color que tiene) o mejor, intentan convencernos que no nos estamos quemando tanto o que lo que se está quemando no es tan importante, (como no lo es espachurrar un par de plantas como la viborina triste para servir a la especulación urbanística de unos cuantos). Condiciones laborales deplorables, degradación de los sistemas públicos de atención a la ciudadanía como el sistema sanitario, acceso a la vivienda, futuro para la juventud, ¿les suena? En la planta de oncología del HUC se están guisando pacientes y trabajadores, mientras los responsables políticos siguen buscando a quien tenga el peor CV y el mejor servilismo al partido para poner al frente de la situación. Pregúntenles a las enfermeras de urgencias si están quemadas o no de la situación, y allí están aguantando la manguera como pueden porque saben que la vida del resto está en sus manos. 

Mientras proyectan planes a 50 años de trenes futuristas que no serán ni capaces de ejecutar sin millones en mordidas para unos y otros, tú, que sales de trabajar te comes una hora de atasco en vez de comer con tu familia, te siguen hablando de medidas que tenían que haber implementado hace 30 años cuando el fuego ya te sube por los pies mientras quemas embrague todos los días en la cola de autovía perdiendo el tiempo.

Ayuntamientos, cabildos y el Gobierno de Canarias se siguen pasando la papa caliente de quién pone las medidas necesarias para regular el mercado de la vivienda, desde la desesperación que sentimos al no encontrar un sitio en el que vivir dignamente, cuando los estudiantes no vienen a Aguere porque no se pueden pagar un piso, cuando la clase trabajadora está viviendo en chabolas o esqueletos a medio construir porque no se pueden pagar una casa, cuando el precio medio por habitación en alquiler en el archipiélago va entre los 600/800 euros de media, nos están diciendo en nuestra cara que el fuego se apaga solo, que hay que meterle más fuego al mercado para que se apague solo, que en otros lugares del mundo han intentado apagar el fuego (han intentado intervenir desde las instituciones el mercado de vivienda) y como no han visto que el fuego se apague de una han decidido dejar que Canarias entera arda ante la especulación y que ellos desde su sillón y sus títulos de propietarios nos van a dejar arder al resto. 

Los titulares de los responsables políticos en medios y tertulias son: “Hace falta más oferta para que se regule el mercado” dígase hace falta más madera para que todo siga ardiendo, “las cifras claramente dicen que esto no es una zona tensionada” que es lo mismo que el calor de las llamas no me llega a mí, ni a mi clase social, “las VV están en zonas turísticas y no afectan al acceso a la vivienda”, que significa desde hace tiempo asumir que la población local debía evacuar sus pueblos y dejarlos consumir por el fuego, o la manida “la situación de vivienda es compleja y requiere de soluciones complejas” que viene a decir que mientras el fuego sigue arrasando sin control ya le echaré la culpa a mi rival político cuando me convenga mejor. Son unos pirómanos los que están al mando del archipiélago. 

Gasolina hay de sobra, cada vez se nota más la crispación social y las actitudes de sálvese quien pueda ante el incendio, y mientras el fuego aprieta tenemos que hacer por mirar con empatía y pasarnos los baldes de agua, antes que rapiñarlos para intentar apagar nuestra era porque solos no vamos a poder. 

Sí, el pueblo salva al pueblo.

El pueblo con su tejido comunitario, su acervo cultural de apoyo mutuo y solidaridad salva al pueblo.

El pueblo con arraigo e identidad, con un sentimiento de responsabilidad hacia la protección de su tierra y acciones en su defensa, salva al pueblo.

El pueblo, a través de todas sus expresiones de organización en a favor de sus intereses, salva al pueblo.

El pueblo, hoy, año 2025, democracia representativa mediante, a través de la elección de representantes públicos en las urnas, articulando la dirección política de las instituciones públicas, salva al pueblo

El pueblo somos todos, vamos a salvarnos ¿no?, de estos incendios y de los que vendrán, no hace falta quemarnos para llorar luego lo que no pudimos salvar, si somos pueblo vamos a demostrarlo y apagar este fuego, por nuestra gente y la que está por venir.