Hace una eternidad, el 10 de abril de 2004, el Ancona derrotó 3-2 al Bolonia. Ese resultado por sí solo —por la distancia que determinan el espacio (la clase media del Calcio nos pilla lejos) y el tiempo (hace más de 20 años)— no nos dice nada. Pero todo partido de fútbol, como todo combate de boxeo, contiene la trama de una buena historia. Ese duelo no es una excepción.
Aquel día, a orillas del Adriático, en la jornada 29 de aquella temporada de la Seria A, el Ancona, al superar al Bolonia, ganó su primer partido del curso. La victoria valió de poco. El equipo, a esas alturas, tras 28 semanas de competición miserables, ya estaba matemáticamente descendido.
Primer amor
Con todo, pese a tan tremendo cataclismo, durante un proceso así, tan calamitoso, el amor por el Ancona se inoculó en la sangre de un puñado de niños de la ciudad. No es un disparate lo que afirmo porque la escena, como un calco, se repite en cualquier rincón del mundo.
Nos ha pasado a todos. Un domingo cualquiera, agarrado a la mano de un adulto (padre, abuelo), con el corazón en la boca por la emoción de heredar una pasión, entras en el estadio y el fogonazo del primer amor queda prendido en tu parte más irracional.
De repente empiezas a formar parte de una comunidad que sufre, disfruta, llora, grita y se emociona por la misma causa. Y en ese momento ya estás perdido. Tu corazón, tu alma, lo que sea que mueve esa pasión, ya lleva grabado a fuego unos colores. Da igual que el equipo gane o pierda.
Es el tuyo, el de los tuyos, es ya un sentimiento que, además, se hace más fuerte con el dolor. Sus victorias saben mejor que las de los clubes grandes, que sólo cumplen con el pronóstico. No tengo una explicación para semejanete sinsentido, pero tampoco tengo ningún género de dudas al respecto.
Casa común
Luis Helguera, que militó en aquel Ancona y fue titular en la victoria contra el Bolonia, ejerce hoy como director deportivo de la UD Las Palmas y le puede contar mejor que nadie la historia de lo que sucedió aquel día a Kirian Rodríguez Concepción (Candelaria; 1996), que este jueves ha comunicado en rueda de prensa que para por motivos de salud: no volverá a jugar esta temporada porque sufre una recaída del linfoma de Hodgkin que ya lo mantuvo apartado de los terrenos de juego entre 2022 y 2023.
Kirian, tras 10 días de runrún insistente sobre su salud, ha hablado y al resto (aunque algunos no hayan respetado su derecho a ser él quien diera la noticia y se explicara) sólo nos queda acompañarlo porque la Unión Deportiva Las Palmas es familia, es equipo, es una casa común para miles de personas a las que hilvana (unas con otras) un sentimiento de pertenencia.
Lo importante
Hoy importa Kirian y todo lo demás es liviano: el partido contra el Villarreal, la visita del Barça, la pelea por la permanencia... No sé si la UD Las Palmas volverá a ganar algún partido más esta temporada. Puede que no le dé para seguir en Primera División. Hoy me da un poco igual todo eso.
La única victoria que valdrá la pena celebrar será la de Kirian. Y será tan hermosa como aquella del Ancona para los niños que la persiguieron durante 28 partidos. Ese día descubrieron que el fútbol es mucho más que un resultado: es la vida y todo lo demás es un mero detalle. No lo digo yo, lo dice Ted Lasso.
