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Opinión

Matar al padre

Matar al padre (Anagrama, 2013), de la escritora belga Amélie Nothomb, narra la historia de dos hombres; la de un niño de 14 años, Joe Whip, aprendiz de mago y la de Norman Terence

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Matar al padre parece una invitación a los hechos consumados, o una voluntad de llevar a cabo una acción que convierta al asesino en héroe. La vieja rivalidad padre-hijo se desarrolla en unos términos que pertenecen a un cierto tipo de simbología psíquica de orden psicoanalítico freudiano, y sin derramamiento de sangre. Matar al padre para empezar a ser libre. Suena simple y además sencillo, pero no lo es. 

Matar al padre (Anagrama, 2013), de la escritora belga Amélie Nothomb, narra la historia de dos hombres; la de un niño de 14 años, Joe Whip, aprendiz de mago y la de Norman Terence, celebridad dentro del mundo del espectáculo de la magia. Entre ellos se teje una relación de fascinación y odio, de admiración y rivalidad. Pero antes de todo esto, Joe, vive con su madre, la cual tras una larga lista de amantes que lleva a casa, termina por enamorarse de uno de tantos hombres con los que se acuesta. Invita a su hijo a que abandone el hogar familiar, comprometiéndose a pasarle una manutención de 1000 dólares al mes, ante la mala relación existente entre Joe Whip y la nueva pareja de su madre. 

Portada del libro | IMAGEN DE LA RED

Joe es, por lo tanto, un adolescente abandonado por su propia madre y, este hecho, conforma el dramático acontecimiento que da origen al desarrollo de la historia presente en Matar al padre. El joven aprendiz de mago, siguiendo la recomendación de un estafador belga que se fija en la habilidad del muchacho con las cartas, toca en la puerta de la casa de Norman Terence. Joe busca un mentor, un maestro, una figura masculina, una autoridad que le alumbre en el camino. Quiere aprender de Norman, pero, a su vez, quiere derribarlo, ser mejor mago que él. Para elevar la temperatura de este conflicto paterno-filial, aparece la figura de Christina, una exuberante malabarista y novia de Norman, de la que se enamora, perdidamente, Joe. 

Matar al padre es una novela que se lee rápido. Incisiva y directa, ofrece al lector una enriquecedora perspectiva de las abismales diferencias y necesidades emocionales de los actores principales de la obra. El amor paterno del maestro que enseña y la rebeldía sucia del aprendiz de mago. Joe aprende de Norman, porque en la sofisticación y complejidad de los trucos de magia, siempre se esconde la existencia viciada de la trampa. La trampa y la prestidigitación acechan. La pulsión de la mentira, estafar para ganar cantidades millonarias de dinero y olvidar el fingimiento de la magia como acto de generosidad hacia la gente. Joe mata a Norman. Joe estafa a Norman. Joe se venga de Norman, lo abandona, lo rechaza, lo deja de reconocer como padre, huye a Las Vegas para hacerse millonario, pone su talento innato al servicio del engaño. Es detenido, juzgado, absuelto. Es la historia de un conflicto compuesto de secuencias inolvidables en la memoria del buen lector. Hay exploración de la conciencia a través de las drogas, hay un simbólico incesto a través de un sexo inesperado. Hay personajes originales que, por su infrecuencia, desconciertan. Hay seres que nunca había visto, hay orfandad y hambre de padre mal resuelta. Hay un mundo que corre rápido en una novela breve pero intensa.