Víctor Yanes

Opinión

Ordesa nos pertenece

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El dolor elevado a categoría de movimientos profundamente emocionales de operativa científica: “ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido y que el dolor tuviera materia y medición”. Esta estrafalaria cuantificación del sufrimiento nos ofrece una realidad poética y narrativa que busca, en su “fórmula lapidaria”, una manera de precisión. 

Ordesa, de Manuel Vilas, abre sus páginas ante nuestro apetito lector como una sorprendente “obra memorística”, que impresiona por la innovadora frescura de su estilo narrativo. Posee mucho de eso que frecuentemente escasea y que llamamos honestidad. Escribir sobre lo que pasó, sin caer en el revisionismo de corte sentimentaloide, no parece ser una habilidad al alcance de muchos, porque quizá lo más fácil sea programar nuestra propia máquina del recuerdo para el autoengaño consciente y voluntario. Ordesa es la patria de todos, una suerte de integración, un lugar común en el que nos encontramos con un profundo monólogo con nosotros mismos y que tiene su punto de partida en ciertos episodios dolorosos de la vida personal del autor. Ir al pasado para hablar de un tiempo y todo lo que se habla de ese tiempo nos ofrece una parte de la historia reciente de España, con sus traumas y sus fantasmas, sus míseras pobrezas y su proyección bipolar hecha de alegría y amargura hacia el futuro. 

Hay muchas Ordesas en la vida de los lectores. Después de haber leído este magnífico libro, creo que la palabra Ordesa debería ser una definición en sí misma de la aceptación de la vida en todas sus manifestaciones.

Ordesa es la patria del recuerdo. Enorme carrusel de píldoras de la memoria que huelen a renacimiento. En Ordesa, Manuel Vilas no está solo, yo y tú y todos somos, de algún modo, también Ordesa. Ordesa, el Parque Nacional del Pirineo oscense es el origen del mundo, el más remoto y primario origen de la vida expuesta en un libro que ha provocado el milagro de sentirme acompañado, en mi existencia de hijo huérfano de 44 años.

La fisonomía del recuerdo es siempre una inacabable obra de rememoración del tiempo y una forma más de reencontrarse, a veces en modo de confrontación, con el propio pasado. Vilas, Gran Vilas en tono de ironía máxima como una vez se autoproclamó este genial escritor aragonés, que para muchos como yo ya se ha convertido en inolvidable.

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Portada de Ordesa de Manuel Vilas | VY