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Opinión

La otra cara del incendio

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Pocas cosas hay en la vida tan desoladoras como el paisaje que deja un incendio. El que asola en las últimas horas a Tenerife ha adquirido con el paso de las horas unas proporciones insospechadas y acabará dando paso esa destrucción masiva que las llamas provocan en su avance por el territorio.

Muchos de los siniestros que estamos viviendo en las últimas semanas en España son de origen provocado. Bien por negligencia humana, como por interés directo en causar daño. En esta segunda casuística se empieza a considerar que los pirómanos son sujetos con serios problemas de salud mental que son los que justifican sus actuaciones. Así es el ser humano, tan destructivo en ocasiones como constructivo en otras.

Si algo debe agradecerse a las administraciones públicas en el caso tinerfeño es que hayan reaccionado con una coordinación e interés admirable. No siempre sucede cuando hay poco que ganar y mucho que perder. En esta ocasión, sin embargo, resulta admirable que todos los implicados en resolver las derivaciones del incendio hayan operado con una unidad y sentido común inusual. Con solidaridad, en definitiva.

Hay que desalojar, hay que movilizar recursos, hay que tomar decisiones desagradables, hay que… gobernar. Y son centenares las ocasiones en las que los líderes prefieren trasladar la responsabilidad al vecino que asumirla de manera directa. El presidente canario ha estado al frente del siniestro, ha liderado las comparecencias informativas y la coordinación de los servicios de emergencia que intervienen en el espectacular incendio. Quizá haya cometido muchos errores en otros ámbitos de su gestión, pero ha dado la cara cuando se le esperaba y eso dice mucho a favor de una cierta calidad personal.

Los casi 600 vecinos de la zona que han sido desalojados de sus viviendas no harán esa misma valoración de las últimas horas. A ellos les preocupa el regreso y aquello que hallarán cuando retornen a su domicilio. Pero a la mayoría de ciudadanos sí que debe parecernos relevante que nuestros políticos estén cuando se les necesita, que den la cara y no solo aparezcan cuando ellos nos necesitan para solicitar su voto.

El resto, la tragedia, la destrucción, el viento, la humedad, las altas temperaturas, el infortunio… no son más que cuestiones incontrolables para los seres humanos. Ojalá todas ellas se alineen en breve y ese maldito incendio pronto sea un mal sueño.