Martín Alonso

Opinión

Podemos frente al espejo

Director de Atlántico Hoy

Guardar

En Un caballero en Moscú, Amor Towles –autor de la novela– le regala al elegante conde Alexandr Ilich Rostov una serie de reflexiones que dejan huella, tanto como para echar de menos al protagonista de la obra tras devorar la última palabra de la última página del libro. "Siempre había creído", cavila el aristócrata condenado por el régimen soviético a un arresto perpetuo en un hotel de la capital rusa, "que un caballero tenía que mirarse en el espejo con desconfianza. Pues los espejos no eran herramientas para descubrirse a uno mismo, sino más bien para engañarse (...) Tal vez de pronto un espejo cumpla su verdadero propósito: revelarle a un hombre no quien él imagina ser, sino en quién se ha convertido".

El jueves, tras conocer que la Consejería de Igualdad y Diversidad del Cabildo de Gran Canaria –con Sara Ramírez al frente– había censurado un congreso porque en una de sus mesas se defendería que las categorías deportivas deben estar divididas por sexo biológico, me acordé del conde Rostov y sus cavilaciones. Porque esa decisión pone a Podemos frente al espejo. Y lo que realmente revela no es un ataque de progresismo; es un tic de inquisidor que poco tiene que ver con la pluralidad, la tolerancia y los valores que, supuestamente, defiende la izquierda. 

Ramírez, y su superior –Antonio Morales, presidente del Cabildo–, se escudan en la Ley Trans de Canarias para defender su posición. En un comunicado conjunto, subrayan que la "Ley 2/21, de 7 de junio, de igualdad social y no discriminación por razón de identidad de género, expresión de género y características sexuales aprobada por la Cámara canaria establece, en su Artículo 4C, Apartado c, que los poderes públicos de Canarias deben garantiza una protección efectiva frente a cualquier acto de violencia o agresión contra la vida, integridad física o psíquica, el honor personal y dignidad que tenga causa directa o indirecta en la identidad o expresión de género o la diversidad corporal, sean propias o del grupo familiar al que se pertenezca".

Como argumento para una charla de cafetín puede estar muy bien, pero me genera unas cuantas dudas. Pero, ¿qué competencias reales tiene la Ley Trans canaria? ¿Un debate que defiende que las categorías deportivas deben estar divididas por sexo biológico conculca la Ley Trans canaria? ¿Esa misma norma regional tiene aplicación práctica para algo? Y, sobre todo, ¿está por encima de la libertad de expresión? ¿En base a esa Ley Trans canaria se puede vulnerar el artículo 20 de la Constitución Española, que consagra el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones sin ningún tipo de censura previa?

El problema no es un asunto menor, sobre todo porque no es la primera vez que Podemos en Canarias manda censurar algo que se sale de su manual de instrucciones. Si te sales de su carril eres un facha. Y, en este caso concreto –todo lo que gira alrededor de la Ley Trans–, si no comulgas con su pensamiento único eres, además de fascista, un tránsfobo, una terf, un cayetano del barrio Salamanca, un Legionario de Cristo, el monaguillo de la Cope y 13TV o el becario de la web de HazteOír. Eres el mal pese a que argumentes desde posiciones tan lógicas como la posible inseguridad jurídica provocada por la norma –hombres que se autoidentifican como mujeres para cumplir condena en cárceles femeninas; chicas postadolescentes con sus pechos amputados después de tomar una decisión errónea; o casos de violentos machistas que, según sus DNI, son mujeres porque si maltratan a sus novias o esposas sólo les cae una falta por violencia doméstica–.

La realidad pone a Podemos frente al espejo. Y lo que se ve no es fácil de digerir: toda esta pataleta es un acto de cobardía. Porque si tuvieran tan claro que están en el lado bueno de la historia se sentarían a debatir