El homicidio de Isaac Trujillo, víctima de una agresión mortal en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, ha puesto el foco sobre la seguridad en eventos multitudinarios: por la alta concentración de personas y, sobre todo, por el elevado consumo de alcohol —y otras sustancias—. El problema no es nuevo —aunque en esta ocasión el desenlace ha resultado fatal— ni se circunscribe a la capital chicharrera.
Hubo un tiempo, por ejemplo, en el que salir al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria era sinónimo de jugarse el tipo. A finales de los años 90 y principios de los 2000, los Mogollones en la trasera del Parque Santa Catalina —en la zona del Parque Blanco— se convirtieron en un escenario de violencia.
Deporte de riesgo
Por allí pululaba una tribu, conocida en ese tiempo popularmente como los coyotes –jóvenes problemáticos de la época–, que imponía el miedo. Entre las historias que aún resuenan en la memoria colectiva, hay una que asegura que en pleno Mogollón lanzaban una botella al aire y al que le caía, le daban una paliza. Leyenda urbana o no, lo cierto es que salir en las noches del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se convirtió en un "deporte de riesgo".
Dos décadas después, el panorama ha cambiado. Los Mogollones en esta zona han desaparecido y, tras años de disputas entre el ayuntamiento y los vecinos, la fiesta en la calle empieza a retomar su esencia. Sin embargo, aunque la percepción de seguridad ha mejorado, las carencias en el dispositivo policial siguen siendo evidentes. Y no aventuran nada bueno.
Menos policías
Desde la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria admiten que "no pasan cosas peores" porque la gente es cada vez más cívica, pero advierten que el dispositivo de seguridad es insuficiente. Según Francisco Melián, portavoz de la plataforma de sindicatos y delegado sindical del CSIF, la ciudad necesita al menos 200 agentes más según los presupuestos ya aprobados y hasta 400 si se tienen en cuenta ratios de municipios de población similar.
"La ciudad tiene un problema por mucho que el gobierno municipal quiera reducirlo a una anécdota", explica Melián. "Un ejemplo", continúa, "ante la falta de voluntarios para cubrir las horas extras, que desde octubre no se pagan y por eso la mayoría del cuerpo ha decidido no cubrirlas, el tercer turno ordinario del día, el de la noche, el que debería trabajar para el resto de la ciudad, está centrado en el Carnaval y deja al resto de barrios sin patrullas".
Alteraciones del orden
El portavoz sindical recalca que "nos preguntamos si para ellos [grupo de gobierno del ayuntamiento] la seguridad privada es suficiente, por qué mandan a toda la Policía Local al Carnaval. Lo grave de esto es que dejan a toda la ciudad desasistida. Y esto ya ha ocurrido en varias ocasiones este año".
Para Melián "la comparación es sencilla". "Cualquier evento del Carnaval, por pequeño que sea", subraya Melián antes poner como ejemplo "el trono infantil, la gala de la reina infantil, eventos que son los denominados pequeños, pero siempre se reforzaban con unos 30 policías policías locales. Ahora no está yendo ninguno".
El portavoz sindical detalla que en estos Carnavales "como sólo se cuenta con el turno ordinario ya nos consta que han habido alteraciones del orden y se ha mandado, como ocurrió el otro día con un acto infantil, a una pareja a resolver una alteración del orden en una concentración de 2.500 personas". Y advierte: "no hay agentes para la Cabalgata y en el concierto de Maluma se espera a más de 80.000 personas. Así el ayuntamiento no podrá cumplir con sus propios planes de seguridad".
¿Ha desaparecido la violencia?
Aunque los episodios más violentos de los 90 y 2000 han quedado atrás, los incidentes siguen ocurriendo. La muerte de Isaac Trujillo en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife ha reabierto el debate sobre la seguridad en este tipo de eventos multitudinarios.
"En general", afirma Melián, "la gente tiene un comportamiento cívico, pero no puedes ceñirte a algo que puede ser variable, es decir, tú tienes que ceñirte a los dispositivos de seguridad según el número de asistentes o la magnitud del evento. Y eso, ahora mismo, a día de hoy, está muy por debajo de lo que demandan esos eventos. Están por debajo de los mínimos incluso establecidos en los planes de seguridad.
Cabalgata sin policías
El portavoz del CSIF advierte que "la cabalgata, la gran cabalgata, según el propio plan de seguridad establece que deben haber 150 agentes entre policías locales y agentes de movilidad, este año no va a haber ninguno. Han contratado a una empresa destinada, según la denominación que tiene la propia compañía, a actividades recreativas y culturales para controlar los cortes de tráfico de los diferentes eventos".
El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ha logrado recuperar su carácter festivo sin el temor que marcó aquellos años oscuros, pero el déficit de agentes y la falta de refuerzos podrían poner en riesgo esta tranquilidad en cualquier momento. La pregunta que queda en el aire es si se trata de un Carnaval realmente seguro o si simplemente hemos tenido suerte hasta ahora.
