Las Palmas de Gran Canaria ha detectado un incremento sostenido en el número de personas sin hogar que no están empadronadas en el municipio. Aunque no se ha confirmado ninguna práctica organizada de traslado por parte de otras administraciones, los datos municipales revelan que muchas de estas personas provienen de otras regiones de España, especialmente del sur, así como de países comunitarios.
El análisis de empadronamientos y documentos de identidad confirma que un volumen significativo de usuarios del sistema de atención municipal no tiene residencia legal en la ciudad. A pesar de ello, acceden a los recursos disponibles, lo que, según fuentes municipales, pone presión sobre un sistema diseñado para una demanda local. No se trata de una crisis nueva, pero sí de una tendencia que se agrava.
Mejores servicios
Durante la inauguración del nuevo edificio de Cáritas Diocesana, su director, Gonzalo Marrero, explicó que muchas personas sin hogar deciden quedarse en Las Palmas de Gran Canaria porque aquí encuentran mejores servicios sociales que en otras ciudades. Según Marrero, este fenómeno se repite también en Arrecife y Puerto del Rosario. Además, apuntó a otro perfil que va ganando visibilidad: el de turistas varados que han quedado atrapados en la isla, sin medios para regresar a sus países de origen.
El circuito de atención a personas sin hogar en Las Palmas abarca desde la intervención social en la calle hasta la integración en viviendas tuteladas. El sistema ofrece comida diaria, acompañamiento psicológico, apoyo para la inserción laboral y alojamiento temporal, con recursos distribuidos en diferentes espacios de la ciudad.
116 plazas
Actualmente, hay 116 plazas disponibles en los centros municipales, además de un piso tutelado con capacidad para siete personas que ya han iniciado procesos de autonomía. Todo ello se concentra en torno a un modelo de atención progresiva y flexible, con la Fábrica de Hielo como punto neurálgico para los servicios de primera acogida.
Sin embargo, los recursos son limitados. El modelo municipal de atención al sinhogarismo en Las Palmas de Gran Canaria está preparado para absorber una parte de la exclusión social de la ciudad, pero no para asumir un flujo constante de personas sin apoyo previo, llegadas desde fuera. La presión sobre los dispositivos se incrementa, y con ella, la necesidad de repensar políticas públicas sobre sinhogarismo que trasciendan el marco local. El sinhogarismo ya no entiende de fronteras ni de empadronamientos: se mueve con libertad por un mapa fragmentado, mientras las soluciones siguen ancladas en escalas municipales.