Loading...
El Polígono de San Cristóbal, en cuya asociación de vecinos se produjo la agresión, tras una discusión por el robo de un patinete. / AH

Discutieron por el robo de un patinete en San Cristóbal y le clavó un cuchillo en el cuello

Un vecino condenado por robo, lesiones y homicidio se enfrenta a otros 12 años de cárcel por asesinato en grado de tentativa. La hoja del arma se partió y se quedó incrustada en la víctima, que taponó la herida y llegó rápido al centro de salud

Discutieron por el robo de un patinete eléctrico en la asociación de vecinos del barrio y el dueño del local acabó con un cuchillo clavado en el cuello. Ocurrió en noviembre de 2002, en la calle Málaga de Las Palmas de Gran Canaria, y el autor de la puñalada se enfrenta a 12 años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa.

La víctima logró vivir porque la hoja del cuchillo se partió y se quedó incrustada en el cuello, taponándose la herida con las manos hasta llegar al centro de salud de San Cristóbal, que está cerca de la asociación de vecinos El Tesegue.

Por sorpresa

Allí, cuando su amigo se dio la vuelta, J. C. C. sacó el arma blanca de la cazadora y se la hundió con fuerza en la nuca.

Ambos compartían diez años de amistad, incluso iban a hacer gestiones juntos al banco, pero los días previos a la agresión entraron en una espiral de discusiones por el robo de un patinete que terminó de la peor de las maneras, explica el fiscal en su escrito de conclusiones provisionales.

Grave

La patinete eléctrica era del hijo de la víctima, que sospechaba del acusado y le recriminaba a gritos su robo, hasta que este le asestó la cuchillada.

Las heridas necesitaron hospitalización e intervención quirúrgica, tardando en curarse casi un año, con la ayuda incluida de un logopeda para recuperar el habla.

El perjudicado arrastra secuelas estéticas y tiene varios nervios dañados, lesiones por las que el fiscal reclama 15.000 euros de indemnización y otros 23.000 por las secuelas.

Robo, lesiones y otro homicidio

En acusado tiene 56 años y arrastra cuatro condenas por delitos violentos: un año y nueve meses de cárcel por robo con violencia e intimidación; dos años y tres meses por lesiones agravadas; otros cuatro años por lesiones, y ocho años de prisión por homicidio.

La vida de J. C. C. ha transcurrido entre las calles del polígono de San Cristóbal y las rejas de prisión. En la cárcel sigue a la espera de juicio.