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Las Palmas

Las fuertes olas inundan el barrio de San Cristóbal: "Mamá, nos vamos a morir"

El entorno marinero del cono sur de Las Palmas de Gran Canaria sufrió la pasada madrugada un mal sueño del que los vecinos todavía no se han despertado

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Cuando pasaba la una y media de la madrugada de este martes el barrio marinero de San Cristóbal, en el cono sur de Las Palmas de Gran Canaria, se puso en alerta. Los vecinos escucharon gritos con un ensordecedor ruido de fondo: el oleaje cruzó el paseo, se adentró por las calles e hizo una visita inesperada a las casas. Arrasó con todo lo que cogió a su paso. Papeleras, zapatos, muebles o sofás flotaban dentro de las viviendas. Aunque fuera también. Desde que las puertas empezaron a abrirse para achicar agua los enseres salían disparados. 

Atlántico Hoy se desplazó hasta el lugar para hablar con los afectados y conocer cómo lo habían vivido –en el momento de redactar este artículo la Policía Nacional ha informado de que siete residentes de la zona han sido desalojados ante el peligro de que vuelva a ocurrir algo similar–. Allí recibe a este periódico Alicia Navarro, ella fue quien llamó a los bomberos mientras veía cómo el Atlántico asolaba su vivienda sin poder hacer nada. En su rostro y sus palabras se podía observar la impotencia que siente.

Alicia Navarro señala hasta dónde llegó el agua en su casa / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

"Ha sido una locura"

Exclama que todo “ha sido una locura”. “Mi casa da justo para el paseo y también para la calle de atrás, esa me la rompió por completo, la tiró abajo”, añade. Comenta que el agua le llegaba por la rodilla y que la ola mojó por completo a su hijo de 12 años. Uno de los peores momentos que vivió fue a las 2:00 horas, instante en el que se le rompió la puerta. “Me cogió a mí detrás”, sentencia. “Un desastre”, apostilla. 

El temor fue palpable. Sus dos hijos –de 12 y 7 años– experimentaron mucho miedo. “Mamá, nos vamos a morir”, le decían. “No esperaba que fuera tan descomunal lo que ha pasado, yo vivo aquí de toda la vida y jamás ha sido una locura como esta”, agrega. La noche ha sido “durísima” para el barrio marinero. Nadie durmió, los estudiantes se quedaron en casa ayudando y algunos pudieron pedir el día libre en su trabajo. 

El salón de Alicia / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Los vecinos, achicando agua

Dar un paseo por la calle Timonel era muy esclarecedor. Nadie se libró de estar fregona en mano con la pala y el cepillo siempre al lado. Otros se dedicaban a ‘tapiar’ sus viviendas con ladrillos o maderas. Quienes ya habían terminado la faena mostraban preocupación por el resto para ver si estaban bien. En definitiva, hermandad vecinal. Alicia permitió a este medio que entrara a su vivienda para demostrar cuáles habían sido las consecuencias del oleaje. 

Su salón, como los demás, estaba patas arriba. Los sillones estaban mojados, el plato de ducha funcionaba como un almacén improvisado y el suelo de una habitación estaba completamente ennegrecido. La mujer no desiste para continuar arreglando el desastre a pesar de que hacía unas horas se había caído dándose un golpe en el muslo.

"Esto ya se sabía"

Su vecina de al lado, Ángeles, se asomó para ver si podía darle un poco de agua para su cubo. “Esto ya se sabía desde hace años porque es un barrio marinero”, expone. Denuncia que ha habido poca previsión a la hora de construir el paseo marítimo al no haber colocado un rompeolas. Al parecer, lo que ha pasado no es nuevo, ya ocurrió algo similar hace aproximadamente 40 años, según relatan algunas de las personas con más edad.

La vivienda de Ángeles tampoco se libró. En su interior, una amiga la ayuda a limpiarlo todo para intentar, en la medida de lo posible, volver a la normalidad. José Miguel Saavedra no se vio tan afectado porque su casa está por otra calle, pero estaba allí para echar un cable. “Una señora fue a huir y se dio un golpe con la puerta”, señala. Subraya que los bomberos no pudieron abrir las alcantarillas, aunque se abrieron las bajantes de los inmuebles.

La casa de Ángeles / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Sin ir a clase

Paola Méndez y su hermana Malena, ambas universitarias, decidieron no ir a la Facultad para arrimar el hombro, “estamos los vecinos ayudándonos”. Las dos fueron testigos de cómo por las diferentes vías flotaban tuppers de macarrones, papeleras del baño, etc. Junto a ellas se encontraba Catalina Barrera adecentando su hogar. “Aquí no se escapa nadie”, indica con resignación.

Juan Sánchez formaba parte de un corrillo. Apuntó con el dedo a una farola descolgada por las olas que alcanzaron una altura “de casi nueve metros”. Su moto, que estaba aparcada en la calle, quedó inutilizada. “A ver quién me la paga”, se lamenta. Hasta donde se encontraba fueron dos agentes de la Policía Local para informarles de que el desalojo, del que se había oído ya algún comentario, iba a ser voluntario. “Nadie me saca de mi casa”, resaltó una vecina horas antes. 

Una vecina saca enseres de su casa / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

"Nos sentimos desprotegidos"

Alicia opina que el Ayuntamiento se ha preocupado “de hacer tonterías en el barrio que no sirven para nada como el parque, que estuvieron cuatro meses para dejarlo a mitad cuando lo que hace falta es arreglar este paseo y poner una escollera para que no rompa la ola como está haciendo”. “Nos sentimos totalmente desprotegidos”, alega. Pide al Consistorio que les haga caso porque “si no se pone freno ya, esto va a ir a más”.

Los residentes en San Cristóbal tuvieron la oportunidad de hablar directamente con el Ayuntamiento. Hasta el barrio se desplazó la alcaldesa, Carolina Darias; el concejal de Ciudad de Mar, Pedro Quevedo; y el edil de Seguridad, Josué Íñiguez. La edil indicó que este martes se activó la prealerta por fenómenos costeros desde la medianoche.

Un vecino protege su vivienda / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

El cambio climático

"Es evidente que el cambio climático está aquí y la fuerza del mar también lo acredita. Se requiere máxima concienciación en las actuaciones para garantizar la resiliencia de la ciudad con todos los servicios municipales", prosiguió la regidora. La conversación con algún vecino se tornó un poco tensa, pero por lo general se compartieron pareceres con normalidad.

Quevedo, por su parte, anunció que tras las inundaciones provocadas, es el momento de recuperar el anteproyecto diseñado para construir una escollera que proteja el barrio de San Cristóbal ante la "dureza del cambio climático". 

Por lo pronto, para las 15:00 horas se espera una situación parecida. Alicia, Juan, Paola, Malena, Catalina, Ángeles y José Miguel deberán seguir, muy a su pesar, mirando al mar. Que todo, como hasta ahora, quede solo como un mal sueño.