La calle Camilo José Cela, en el barrio de El Fondillo (Las Palmas de Gran Canaria), se convierte en una ratonera al menos dos miércoles cada mes por el embotellamiento que provoca el tráfico. La situación ha hecho que muchos residentes de la zona hayan puesto el grito en el cielo y reclaman una solución urgente al problema.
El colapso se produce entre las dos y las tres de la tarde, momento en el que las familias van a recoger a sus hijos de la escuela infantil Aridamán y un buen número de personas en situación de vulnerabilidad que se desplazan a las instalaciones de la ONG Oportunidades de Vida con la finalidad de recoger alimentos.
"Un desastre"
Se trata de una realidad que ha causado malestar por la dificultad de moverse por los alrededores en ese momento del día porque no solo coinciden los vehículos que van allí por causa de fuerza mayor, sino que también circulan los vecinos con sus coches y las guaguas de Global que conectan la localidad capitalina con la zona baja de la ciudad.
En definitiva, un caos que ha sembrado la indignación entre los afectados. Encontrar un punto en común parece complicado al ser dos realidades tan inevitables como necesarias: recoger a los menores de la guardería y llevar alimento a casa. Yurena, una de las madres que debe ir a buscar a su hija a Aridamán, asegura que “es un verdadero desastre”.
¿Un cambio de hora?
“Habrá que cambiar”, dice, “la hora en la que puedan coincidir y así evitar el tráfico”. Según ha podido saber Atlántico Hoy, el problema ocurre desde hace meses en una calle que es doble dirección, pero en la práctica solo suele haber un carril por la presencia de coches aparcados en uno de los laterales.
El inconveniente que ocurre cada dos miércoles aproximadamente es que la gran afluencia de vehículos no permite que haya huecos para apartarse si viene alguien de frente. “Ni la guagua ni los vecinos pueden pasar. El otro día estuvimos más de 15 minutos porque no había manera”, apuntan personas que se desplazan por la zona con frecuencia.
"Se forma jaleo"
Fuentes de la guardería Aridamán con las que se ha puesto en contacto este periódico proponen como alternativa que la ONG modifique los horarios del reparto de alimentos para que no se genere el atasco. “Se forma jaleo, un día va a pasar algo, van a atropellar a alguien”, sentencian.
“Estamos cansados, es una detrás de otra, hemos llamado a la policía y no viene”, prosiguen. “Ayer [este miércoles para el lector] nos tuvimos que poner en la puerta y según bajaban los coches de los padres, cogíamos al niño y lo metíamos en el vehículo para que no se bajaran las familias, que no podían aparcar”, subrayan.
